Consejos para la siembra de pasturas

Sus principales dificultades son: semillas muy pequeñas con escasas reservas, su lento crecimiento inicial y el uso de sembradoras no preparadas para este trabajo. Estas limitantes hacen que el promedio de implantación de pasturas sea menor al 30% de plántulas logradas sobre semillas sembradas.


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Consejos para la siembra de pasturas


Por tales motivos, el productor debe tener en cuenta varios aspectos clave para implantar correctamente una pastura, tales como:

 

  • Planificar la siembra desde el cultivo anterior: buscar un antecesor que permita sembrar en el momento óptimo, hacer un buen control de malezas y que deje en el suelo el tipo y la cantidad de cobertura vegetal adecuada. Son buenos antecesores el maíz para silo, el trigo, la moha, el girasol y la soja temprana. No es conveniente, en cambio, elegir a las praderas viejas porque pueden presentar efectos alelopáticos y el suelo estará muy compactado con muchas semillas de malezas.
  • Elección del tipo de pastura a sembrar: según su duración las pasturas pueden agruparse en dos categorías: de corta o larga rotación. Se consideran de rotación corta las implantadas para durar unos 3 años, donde se prioriza una alta producción de pasto en poco tiempo, con destino a engorde y/o a tambo. En suelos donde se rota con cultivos agrícolas, se recomienda usar festulolium, raigrás itálico o perenne, para la zonas de + de 800 mm anuales, y cebadilla en campos con suelos más arenosos y menores lluvias. En ambos casos, como leguminosas se sugieren los tréboles rojo y blanco, lotus corniculatus o tenuis. Las de rotación larga (de más de 4 años de duración) para ganado de recría, engorde o tambo pueden ser de base alfalfa para lotes con buen drenaje, de base festuca en suelos pesados menos drenados o de agropiro en suelos alcalinos. Para acompañar a la alfalfa se sugiere el uso de gramíneas como cebadilla, pasto ovillo o festucas seleccionadas por palatabilidad, que son menos agresivas y que permiten una buena convivencia con las leguminosas.
  • Definir la densidad a sembrar: hay que calcular que la cantidad de plantas logradas tiene que rondar las 300 plantas por m2 en las zonas húmedas y 180 a 220 en las subhúmedas, estimándose, en buenas condiciones, que las plantas logradas serán el 50% de las semillas sembradas, proporción que baja al 30% en suelos de inferior calidad.
  • Control de malezas: debe empezar en el cultivo antecesor, donde los cultivos resistentes al glifosato brindan una posibilidad excelente de evitar especies como gramón o alepo. Además, las malezas latifoliadas son de fácil control en un cereal de invierno en el año anterior, mientras que los herbicidas para praderas, además de tener limitaciones, son de las opciones más caras.
  • Estado del suelo: para una implantación exitosa, el tiempo de barbecho es clave. Debe permitir una buena descomposición de raíces, la recarga de agua en el perfil y una cama pareja y firme, que permita una siembra no mayor a 1,5 cm de profundidad. Es muy importante conocer los valores de fertilidad disponibles antes de sembrar.
  • Calidad de la semilla: es fundamental usar semilla certificada con pureza y poder germinativo conocidos. La variación entre una buena semilla y una mala puede representar hasta un 25% del valor cultural. Así, lo que se ahorra en semilla sin certificar se pierde en cantidad de forraje y en años de persistencia de la pastura.


Fuente: Reuters







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