EL BARBECHO, UNA HERRAMIENTA NECESARIA

El barbecho es importante para almacenar los recursos que serán necesarios para el cultivo siguiente de la secuencia, y el barbecho químico es el período entre el primer tratamiento herbicida que se realiza después de la cosecha y la siembra directa del cultivo siguiente.


amanecer rural

El barbecho es una oportunidad para acumular recursos y modificar propiedades del suelo para beneficio del cultivo siguiente. En siembra directa, en el barbecho se concentran mayormente decisiones relacionadas al manejo de las malezas. 

¿CUÁNDO INTERVENIR SOBRE LAS MALEZAS? 
¿CON QUÉ HACERLO? ¿DE QUÉ MODO? 

Son algunas de las preguntas que suelen aparecer.
Durante el barbecho, las malezas pueden consumir recursos (agua, nutrientes) reduciendo su disponibilidad para el cultivo; pero también pueden encontrar espacios para su multiplicación, crecimiento y persistencia dificultando el manejo posterior de esos lotes. Es por esto que la planificación del barbecho tiene influencia directa en la presencia y evolución de muchas malezas, varias de ellas problemáticas.
En los últimos años han aparecido a lo largo y ancho del país distintas malezas tolerantes o resistentes a los herbicidas y/o a las estrategias de control que solíamos utilizar. La aparición de estas malezas fue resultado, en gran parte, de cómo diseñamos los sistemas productivos, más allá de la planificación del manejo y control de las mismas. La desaparición de siembras invernales y la tendencia a la homogeneización y simplificación del manejo sin dudas jugaron un rol clave.
En muchos casos, donde predominó la tendencia a la monocultura (con consecuente disminución de rotación de cultivos) y las estrategias de control de malezas estuvieron apoyadas en uno o pocos herbicidas (con consecuente falta de rotación de modos de acción) se reportan hoy problemas de malezas.
La aparición de malezas de difícil control cambió el propósito que originalmente tenía el barbecho. Al planificar el barbecho se solía decidir sobre las malezas en relación a su impacto en la reducción de recursos. Las decisiones se apoyaban en preguntas tales cómo ¿Cuán infestado está el lote?, ¿Cuánto podrían crecer las malezas? ¿Cuántos recursos capturarían? Entonces… se decidía cuándo y cómo controlarlas.
Actualmente, esta idea del manejo de barbechos se ha integrado a la necesidad de prevenir la instalación y evolución de las malezas de difícil control. ¿Qué especie tengo? ¿En qué estado están? Son nuevas preguntas que alimentan nuestras decisiones. Es decir, con presencia de malezas de difícil control, el manejo del barbecho es una oportunidad no sólo para evitar el consumo de recursos, sino para evitar o reducir la presencia de esas malezas que en el siguiente cultivo dificultarán y encarecerán el control, además de reducir pérdidas por competencia, reduciendo el resultado. 
Suelen indicarse tres momentos del ciclo de las malezas particularmente sensibles a su supervivencia. El primero es durante el establecimiento de las malezas (desde la germinación hasta la plántula), momento en el que puede ser más fácil controlarlas. El segundo es durante su crecimiento, relacionado a su capacidad para competir. En este momento los controles son muy variables dependiendo de aspectos de la maleza (su estado fenológico, condición de crecimiento, tamaño, etc.) y del control (tipo de herbicida, selectividad, movimiento en la planta, etc.).
El tercero es al final del ciclo de las malezas en coincidencia con la cosecha del cultivo, momento en el que podemos evitar su distribución espacial (aunque en este caso la malezas están establecidas y seguramente compitieron con el cultivo).
El barbecho es una excelente oportunidad para el evitar el establecimiento de malezas y su progreso a estados de mayor dificultad de control asociados a su tamaño, morfología, función etc. 
Una parte importante del problema de malezas de difícil control se resuelve entonces actuando a tiempo. Por este motivo, tres conceptos son clave en el manejo del barbecho de la agricultura actual: 

1. Planificar el barbecho desde muy temprano, incluso desde antes de cosechar el cultivo anterior. El viejo modelo de comenzar a pensar en control de malezas a la salida de invierno o en primavera ya no es posible en la realidad actual de los sistemas.

2. Diagnosticar la situación del barbecho con su monitoreo temprano y continuo. Es decir, hacer un seguimiento periódico y preciso de la presencia de malezas desde el momento en que se cosecha el cultivo anterior.

3. Actuar con las herramientas planificadas disponibles para un resultado eficaz y eficiente.
La estrategia de barbecho más adecuada para cada lote dependerá de varios factores, usualmente considerados en los puntos (1) y (2): cultivo a sembrar, genética a sembrar (por ejemplo RR, STS, CL), tipo y estado de malezas presentes, productos disponibles y precios, etc. Claramente, el producto herbicida es uno más de varios factores. 
A diferencia de las estrategias usadas años atrás, el hecho de planificar los barbechos desde temprano, da la posibilidad de incorporar algunos herbicidas residuales. En las condiciones actuales, los productos residuales son una herramienta indispensable para lograr buenos controles de algunas malezas difíciles, evitar el establecimiento de las mismas (anticiparse al problema) y disminuir número de aplicaciones reduciendo los costos.
Disponemos de múltiples herbicidas y principios activos para el control que, junto con diferentes momentos de intervención, resultan en un gran número de posibles estrategias. No es nuestro objetivo analizar todas y cada una. Sólo a modo de ejemplo, en un lote en el cual se sembrará soja podrían hoy plantearse 3 momentos clave de evaluación y posible control y diferentes productos según el tipo y estado de malezas presentes (la figura 1 resume el ejemplo).

• Otoño (Abril – Mayo): El primer momento clave es luego de la cosecha del cultivo anterior ya que es la primera oportunidad de iniciar el control. Independientemente del nivel, si en este momento el lote tiene malezas, éstas deben controlarse. Si el nivel de enmalezamiento es incipiente (no hay efecto “paraguas”) podría incluirse, junto a herbicidas de acción directa, un producto residual (por ejemplo inhibidor de ALS) para mantener el lote limpio durante el invierno. Si hubiese nacimientos anteriores (por ejemplo primeras cohortes de rama negra) podría analizarse la inclusión de herbicidas disruptores de crecimiento. Si el nivel de enmalezamiento fuese alto, la estrategia se orientaría a controlar las malezas presentes evitando residuales, por el efecto paraguas. 

• Salida del invierno (Julio – Agosto): Es un segundo momento clave ya que comienzan a aparecer activamente las malezas. La estrategia a usar puede depender de lo realizado en otoño y de la variedad a sembrar (por ejemplo STS). Si la estrategia de otoño fue efectiva, no debería haber rama negra instalada anteriormente. Si la hubiese, la estrategia debería orientarse a controlar la misma (por ejemplo con la inclusión de disruptores del crecimiento o productos específicos de acción directa para su control). A esta altura, algunos productos de acción residual deben evitarse para no generar fitotoxicidad al cultivo (por ejemplo algunos inhibidores de ALS). Sin embargo, cuidadosamente podrían usarse otros residuales de diferente modo de acción (por ejemplo inhibidores de fotosíntesis). 

• Primavera – Pre-siembra (Septiembre – Octubre): Es el tercer momento clave para el monitoreo y control ya que de esta intervención depende llegar sin malezas a la siembra, algo altamente deseable. Además, hay camadas de emergencia de malezas, entre ellas algunas problemáticas (por ejemplo rama negra). El rango de productos a usar es más restringido. Dependiendo del tipo y estado de malezas presentes, el control puede ser simple con herbicidas de acción directa (por ejemplo glifosato). 
Deben usarse con especial cuidado los disruptores del crecimiento y el uso de residuales está restringido sólo a productos específicos recomendados en la presiembra del cultivo (inhibidores de la ALS específicos). 
Aunque el ejemplo plantea tres oportunidades de diagnóstico y acción, no necesariamente significa que se van a controlar malezas en los tres. El número de intervenciones dependerá del diagnóstico en cada momento y de los objetivos de la planificación. 

Figura 1: Esquema de momentos clave de monitoreo y control en barbecho. Se listan productos que podrían utilizarse en cada momento: Gli » Glifo sato, Hor - Disruptores de crecimiento, InALS - Inhibidores de AIS, InFor = Inhibidores de la fotosíntesis. Se indica que sólo algunos productos del grupo pueden ser usados o que debe evaluarse la persistencia del producto para evitar fitotoxidad. La decisión de aplicación en cada momento y la combinación de productos a usar dependerá del análisis cuidadoso de cada situación.

 

El otro nuevo concepto que impone el manejo de barbecho es que cada lote es una situación singular (dependiendo de su historia, cultivos, manejos, etc.) que merece un detallado análisis. Durante la campaña pasada muchas empresas convivieron con situaciones de una, dos o tres aplicaciones en barbecho de lotes destinados a siembra de soja. 
Las malezas se adaptan a nuestros manejos para sobrevivir. No tendremos soluciones permanentes, pero el barbecho es una oportunidad para intervenir y reducir el impacto de las malezas, principalmente de las problemáticas. Sin embargo, no sólo del barbecho depende el destino de las malezas; otras múltiples decisiones asociadas al diseño del sistema productivo (rotaciones, intensidad de uso de la tierra, proceso de cosecha, etc.) también condicionan su presencia. 
De manera resumida, parados en un lote, se refuerza la necesidad de comenzar a pensar el barbecho desde temprano y en base a un constante monitoreo. Las estrategias, los productos y los momentos de intervención son importantes, pero serán aliados agregando valor si responden a una planificación temprana y a decisiones apoyadas en un diagnóstico continuo. De otro modo, es posible que incrementen nuestros costos, con resultados variables y, por qué no, se conviertan en parte del problema que pretendemos resolver o la raíz de otros nuevos problemas.

BARBECHO QUÍMICO: ETAPA CLAVE 
EN LA DEFINICIÓN DEL RENDIMIENTO

La elección de los herbicidas, y el momento de inicio de los tratamientos, no obedece a reglas fijas; se deben considerar la composición de la comunidad de malezas, la abundancia relativa de cada una de las especies, su ciclo y su agresividad;. A su vez, deben tenerse en cuenta la sensibilidad de las especies más importantes a los herbicidas disponibles, así como la posibilidad de que éstas dejen semilla o yemas y el cultivo siguiente en la secuencia; también, deben considerarse la cobertura de rastrojo y las condiciones ambientales.
La base del barbecho químico está constituida por principios activos no selectivos y de amplio espectro (p.e. glifosato), los cuales pueden complementarse con herbicidas hormonales (p.e. 2,4 D) y/o con herbicidas residuales. Gran parte de las especies citadas frecuentemente como tolerantes a glifosato, son malezas de barbecho tratadas tardíamente que prolongan su ciclo en el cultivo y suman su acción a las propias. De esta manera, provocan incrementos en los costos, reducción de los rendimientos y, finalmente, más malezas “duras” arrastradas hacia las campañas futuras.
Uno de los determinantes de esta problemática, es el monitoreo insuficiente de los lotes o la falta de este; otro sería la sobreestimación de los herbicidas en general, y del glifosato en particular, los cuales tienen una actividad óptima cuando las plantas son pequeñas y están creciendo activamente. En cambio, cuando las malezas son grandes y/o han sobrevivido a condiciones de estrés, su sensibilidad a los herbicidas será más baja. A modo de ejemplo, podemos citar los numerosos casos de fallas en el control de rama negra (Conyza bonariensis) que se manifestaron durante las últimas campañas. Probablemente, esta problemática se habrá visto favorecida por las condiciones de sequía atípicas, la detección tardía del problema y el empleo de subdosis de herbicida. 
Experiencias realizadas por INTA y la Universidad Nacional de Rosario (UNR), permitieron detectar que la sensibilidad de rama negra a glifosato estuvo condicionada por el tamaño de las plantas. Así, individuos en estado de roseta de entre 3 y 8 cm de diámetro fueron satisfactoriamente controladas con 3 l/ha de glifosato líquido soluble 48% en tratamientos invernales. Sin embargo, esa misma dosis de herbicida aplicada en primavera sobre plantas con tallos de 15 a 20 cm, no afectó en forma significativa a la maleza, la que cual continuó su ciclo e interfirió con cultivos estivales.
Un capítulo aparte, merecen los barbechos entre cultivos estivales, por la duración de los mismos, que determina una gran diversidad de ambientes posibles así como de flora potencial que puede ocupar el lote durante el mismo.Las malezas de difícil control se las puede encontrar ya desde la etapa del barbecho; y su presencia en el cultivo obedece a errores relativamente gruesos graves de manejo como consecuencia de la sobresimplificación del sistema productivo y de control. Probablemente, esto se deba a un desconocimiento, subempleo o indisponibilidad de herbicidas diferentes al glifosato, al aumento en la escala de las explotaciones en relación a la disponibilidad de personal idóneo para su monitoreo, a la sobreestimación de glifosato como herramienta; y a la falta de capacitación de los técnicos jóvenes son otras variables a tener en cuenta al momento de determinar los errores en cuanto al manejo en el control de malezas y finalmente a la falta de planificación e integración de los métodos químicos de control, dentro de un programa de manejo de malezas que incluya además, otros métodos.
Un error muy frecuente, es desentenderse de las malezas con posterioridad a la cosecha, cuando en realidad, deberíamos comenzar a ocuparnos incluso antes de esa etapa; para esto el monitoreo prolijo y frecuente (pre y post-aplicación) es clave a fin de llegar oportunamente con el herbicida y detectar las fallas a tiempo, también lo es el conocimiento de la historia del lote en cuestión ya que esto nos permitirá decidir con racionalidad sobre cuáles serán los tratamientos apropiados.
El inicio del barbecho debería ser cercano a la cosecha ya que en ese momento, las malezas serán pequeñas y estarán en pleno crecimiento y el ambiente, en general, favorecerá la eficacia de los principios activos, permitiendo la activación de los herbicidas residuales así como el inicio de su disipación; esto último es de fundamental importancia si el herbicida no es selectivo para el cultivo posterior, a modo de ejemplo podemos citar al metsulfurón metil previo a un cultivo de soja.
Ya entrado en el período invernal, las bajas temperaturas, la menor radiación y las escasas precipitaciones no favorecen a las malezas pero tampoco a la acción de los herbicidas, no obstante su aplicación, de ser necesaria, debería realizarse prestando atención a las situaciones potenciales generadoras de estrés en las plantas, tanto históricas como actuales; en este período se incrementa el riesgo de que los tratamientos no actúen de acuerdo a lo esperado, así como la probabilidad de que los herbicidas residuales no se activen y no se disipen a una tasa propicia. La salida del invierno y comienzo de la primavera es otra época crítica ya que, por cuestiones de ciclo, comenzarán a emerger las especies potencialmente invasoras del próximo cultivo; en esta etapa, si bien la base de los tratamientos será similar a la empleada en el barbecho largo, los herbicidas residuales a emplear deberán ser selectivos para el cultivo, si no deseamos asumir riesgos innecesarios; este tipo de herbicidas, correctamente posicionados, pueden incluso, aportar al control de malezas dentro del ciclo del cultivo.

Concluyendo, el barbecho químico es una pieza clave en un esquema de siembra directa, donde el conocimiento sobre malezas, la planificación, el monitoreo frecuente y prolijo, el empleo de los herbicidas correctos, la oportunidad de los tratamientos y la tecnología de aplicación adecuada(entre otros), tienen consecuencias que trascienden largamente su propio tiempo, con efectos altamente significativos en el resultado final del proceso productivo. Malezas pequeñas, creciendo activamente, con el follaje limpio, es la condición apropiada para realizar un tratamiento económico, eficaz y con sentido de sustentabilidad.
 

 



Fuente: Dr. Ing. Agr. Emilio Satorre y Dr. Ing. Agr. Federico Bert. Juan Carlos Papa, INTA–Estación Experimental Oliveros







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