MÉTODOS PREVENTIVOS PARA EL MANEJO DE MALEZAS

En muchos sistemas agrícolas de todo el mundo la competencia de las malezas es uno de los principales factores que reducen el rendimiento de los cultivos y los ingresos de los agricultores.


amanecer rural

En los países desarrollados, a pesar de la disponibilidad de soluciones de alta tecnología (p. ej., herbicidas selectivos y cultivos genéticamente modificados resistentes a los herbicidas) la proporción de las pérdidas de rendimiento de los cultivos no parece disminuir significativamente con el pasar del tiempo . En los países en desarrollo, los herbicidas difícilmente están accesibles a un precio razonable, por lo tanto, los agricultores a menudo deben confiar en métodos alternativos para el manejo de las malezas.
En todo el mundo, el limitado éxito de los herbicidas se debe probablemente a la excesiva simplificación hecha cuando se enfrenta el problema. Se ha puesto demasiado énfasis en el desarrollo de las tácticas de control de malezas (especialmente de los herbicidas sintéticos) como «la» solución para cualquier problema relacionado con las mismas, mientras que la importancia de integrar diferentes tácticas (p. ej., métodos preventivos, culturales, mecánicos y químicos) basadas en las estrategias de manejo de las malezas en los sistemas de producción, han sido por largo tiempo escasamente consideradas.
El manejo integrado de las malezas está basado en el conocimiento de las características biológicas y ecológicas de las mismas para entender la forma en que su presencia puede ser modulada por las prácticas culturales. En base a este conocimiento, el agricultor debe primeramente construir una estrategia general de manejo de las malezas dentro de su secuencia de cultivos comerciales y después elegir el mejor método de control directo de las malezas durante los ciclos de cultivo. Además, es necesario recordar que el manejo de las malezas está siempre estrictamente vinculado al manejo del cultivo. Como tal, las interacciones entre el manejo de las malezas y otras prácticas culturales deben ser debidamente consideradas. Por ejemplo, la inclusión de cultivos de cobertura en una secuencia de cultivos es una forma interesante de integrar el manejo de las malezas con el manejo de los nutrientes y con beneficios adicionales para otras propiedades importantes del agrosistema (p. ej., fertilidad y retención de la humedad del suelo, biodiversidad).

COMO IMPLEMENTAR UNA ESTRATEGIA EFECTIVA DE CONTROL DE MALEZAS
Una estrategia efectiva de manejo de malezas a largo plazo está basada en la aplicación práctica del concepto ecológico de la máxima diversificación del disturbio, lo que significa diversificar los cultivos y las prácticas culturales tanto como sea posible dentro de un agroecosistema dado. Esto lleva a una completa disrupción de los nichos ecológicos de las malezas  y, por lo tanto, a la minimización del riesgo de la evolución de la flora en el sentido de favorecer un número limitado de especies altamente competitivas. Además de esto, un sistema de producción altamente diversificado también reduce el riesgo del desarrollo de poblaciones de malezas resistentes a los herbicidas.
En la práctica, las estrategias de manejo de malezas deberían integrar métodos indirectos -preventivos- con métodos directos -culturales y curativos. La primera categoría incluye cualquier método usado antes de la siembra de un cultivo mientras que el segundo método abarca cualquier método aplicado durante el ciclo de crecimiento del mismo. Los métodos en ambas categorías pueden influenciar tanto la densidad de las malezas (p. ej., el número de individuos por unidad de superficie) y/o el desarrollo de las malezas (producción de biomasa y cobertura del suelo). Sin embargo, mientras que los métodos indirectos están dirigidos a reducir el número de plantas de malezas que emergen en un cultivo, los métodos directos también tienen como objetivo aumentar la capacidad competitiva del cultivo contra las malezas.
Los métodos preventivos incluyen rotación de los cultivos, cultivos de cobertura (usados como abonos verdes o cobertura muerta), sistemas de labranza, preparación de la cama de semillas, solarización del suelo, manejo del drenaje y de los sistemas de riego y de los residuos de los cultivos.
Los métodos culturales incluyen la época de siembra del cultivo y la ordenación espacial, la selección del genotipo del cultivo, los cultivos de cobertura (cuando se usan como cobertura viva), los cultivos intercalados y la fertilización.
Los métodos curativos incluyen cualquier método químico, físico (p. ej., mecánico o térmico) y biológico usado para el control directo de las malezas en cualquier cultivo establecido.

MÉTODOS PREVENTIVOS
Rotación de cultivos

La diferenciación en el tiempo de los cultivos sembrados en un mismo predio es un medio fundamental y bien conocido para el control preventivo de las malezas. Obviamente, los diferentes cultivos requieren distintas prácticas culturales las cuales son un factor de disrupción del ciclo de crecimiento de las malezas y, como tales, previenen la selección de la flora hacia una mayor abundancia de las especies problemática. En contraste, el cultivo continuado selecciona la flora de las malezas favoreciendo aquellas especies que son más similares al cultivo y tolerantes a los distintos métodos usados para el control de malezas (p. ej., herbicidas) por medio de la aplicación reiterada de las mismas prácticas culturales año tras año.
Además, los cultivos repetidos pueden interactuar negativamente con los sistemas de labranza y modificar la flora de las malezas hacia una composición más dificultosa de combatir. Por ejemplo, en las zonas templadas en los cultivos continuos de cereales la labranza mínima puede causar después de unos pocos años la dominancia de las gramíneas con semillas de poca latencia tales como Alopecurus myosuroides y Bromus spp. En estos casos, el consecuente mayor uso de graminicidas actúa como un factor adicional de selección de biotipos resistentes a las malezas. Para recuperar situaciones florísticas altamente degradadas como la citada, es imperativo rotar cereales con diferentes períodos de crecimiento y arar el suelo a ciertos intervalos para perjudicar a las gramíneas con semillas de poca latencia que normalmente no pueden emerger desde grandes profundidades. Si hubiera un largo período de barbecho entre el cultivo del cereal y el cultivo siguiente, este período podría ser explotado para cultivar el suelo y estimular la emergencia de las malezas problemáticas las cuales son destruídas por un cultivo adicional y por medio de herbicidas.
La rotación entre los cultivos que tienen el mismo período de crecimiento, si bien es preferible al cultivo continuado, no es tan exitosa como la rotación de cultivos con especies de diferentes ciclos para reducir el número de malezas que emergen en el campo. Comparado con la reducción de la densidad de las malezas, el efecto de la rotación de cultivos sobre la biomasa de las malezas es menos sistemático porque depende de factores tales como los siguientes:
•    la capacidad competitiva de los cultivos incluidos en la rotación;
•    la efectividad de los métodos de control directo de las malezas (p. ej., herbicidas);
•    la frecuencia de la labranza y los tratamientos culturales.

Cultivos de cobertura (usados como abono verde o cobertura muerta)
La inclusión de cultivos de cobertura en la rotación entre dos cultivos comerciales es un buen método preventivo que puede ser usado en una estrategia de manejo de malezas. Los cultivos de cobertura no producen un producto comercializable pero extendiendo el período en el cual el suelo permanece cubierto por la vegetación ejercitan una serie de efectos benéficos en el agrosistema tales como optimización del uso de los recursos naturales (radiación solar, agua, nutrientes del suelo), reducción de la escorrentía, de la lixiviación de nutrientes y de la erosión del suelo y, sobre todo, supresión de las malezas.
Los efectos de los cultivos de cobertura dependen en gran parte de las especies del cultivo de cobertura y su manejo después del cultivo comercial y de la composición de la comunidad de malezas. La supresión de las malezas se efectúa en parte por la competencia por los recursos -luz, nutrientes y agua- durante el ciclo de crecimiento del cultivo de cobertura y en parte por los efectos físicos y químicos que ocurren cuando los residuos de los cultivos de cobertura se dejan sobre la superficie del suelo como cobertura muerta o son enterrados y usados como abono verde. La interferencia con las malezas, incluyendo la competencia, efectos físicos y alelopáticos, es por lo general mayor cuando se usan como cultivos de cobertura gramíneas y crucíferas que cuando se usan leguminosas. La interferencia de los cultivos de cobertura y sus residuos está relacionada con la ocupación de nichos ecológicos que de otra manera estarían disponibles para las malezas. Esto es consecuencia, básicamente, del resultado del secuestro de los nutrientes del suelo, especialmente nitrógeno, de la liberación de compuestos aleloquímicos (p. ej., glucosinatos de las crucíferas y sorgoleone de Sorghum spp.) y de modificaciones del microambiente del suelo. Algunos ejemplos de cultivos fuertemente supresores de malezas son el centeno, sorgo, coles, roqueta, y mostaza. En sentido contrario, si bien la supresión de las malezas por parte de las leguminosas puede ser importante, su efecto residual es por lo general bajo en razón de la gran cantidad de nitrógeno liberado a partir de sus residuos después de la destrucción del cultivo de cobertura que estimula la emergencia de las malezas, especialmente cuando las leguminosas son utilizadas como abono verde.
 



Fuente: FAO







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