CARGA ANIMAL EN EL CAMPO NATURAL

Uno de los principales desafíos que se presenta en el manejo del campo natural es establecer la carga animal óptima. Es decir, la carga que permite un adecuado balance entre los componentes del campo natural que determinan el consumo de forraje, y las demandas nutricionales del vacuno.


amanecer rural

Las experiencias de pastoreo a través de varios años, es un método convincente para determinar la carga óptima. En la estancia Rincón de Yeguas (Mercedes, Corrientes) en un campo natural con predominio de Andropogon lateralis, Sporobolus indicus, Paspalum notatum y Paspalum hexastachyum; durante 11 años se evaluaron 3 cargas en pastoreo continuo: 0,83, 1,13 y 1,48 vaquillas/ha. Los animales iniciaban el pastoreo a los 8 meses en el mes de abril y finalizaban en abril del siguiente año con 20 meses de edad.
La ganancia de peso (kg/animal) disminuyó a medida que aumentó la carga animal, y la producción por hectárea (kg carne/ha) se incrementó hasta 1,2 vaq/ha y luego se mantuvo constante.
La carga alta afectó negativamente la estabilidad del campo natural, alcanzando una producción media anual de 788 kg MS/ha; mientras que hubo una escasa utilización de forraje con la carga baja, con un rendimiento promedio de 6.206 kg MS/ha/año. Con la carga media se alcanzó un promedio de 2.606 Kg MS/ha/año, manteniéndose constante a través de los años.
Los resultados permitieron establecer para este tipo de pastizal, una carga óptima de 1,10 vaq/ha (0,75 EV/ha), donde se logró equilibrar la producción individual y por hectárea, manteniendo estable el recurso forrajero.
La época del año afecta la respuesta a la carga animal, incrementos de carga en la época invernal influyen sustancialmente la ganancia de peso. En cambio, en el período estival el efecto de la carga sobre la ganancia de peso es más leve. Esto indica, que un error en el ajuste de la carga invernal genera pérdidas de peso significativas. Mientras en el período estival, se puede manejar el campo natural con mayor carga para descansar o reservar potreros, sin afectar significativamente la respuesta de los animales.
En la Argentina se extendió el uso de equivalente vaca (EV) para expresar la carga animal. El equivalente vaca es el resultado de comparar los requerimientos energéticos de distintas categorías de vacunos y sus estados fisiológicos con la unidad vaca. Esta unidad fue definida como el promedio anual de los requerimientos conjuntos en condiciones de pastoreo de una vaca de 400 kg de peso en equilibrio energético y un ternero hasta los 6 meses de edad con 160 kg de peso, incluyendo los requerimientos para la gestación y el forraje consumido por el ternero hasta el destete. El valor de la unidad vaca es de 18,54 Mcal EM/día. En la región subtropical se aceptó esta unidad, a pesar de las diferencias genéticas y ambientales que podrían modificar el valor energético.
Una vaca de 420 kg manteniendo el peso y amamantando un ternero hasta los 6 meses de edad (Figura 1), demanda anualmente 7.124 Mcal EM (19,51 Mcal EM x 365 días), relacionando dicho valor con la necesidad anual de la unidad vaca, 6.767 Mcal EM (18,54 Mcal EM x 365 días), resulta un EV de 1,05 (7.124 Mcal EM / 6.767 Mcal EM).
El conocimiento de la producción mensual o estacional del campo natural y la estimación del contenido de energía metabolizable, permiten calcular un balance entre la oferta y la demanda de energía de la vaca. Esta comparación, sirve para establecer la carga promedio del sistema y proyectar el manejo alimenticio en los distintos períodos del año.
Para ejemplificar, basamos el cálculo en los datos que aportan las Figuras 1, con una estimación promedio anual del contenido EM del forraje de 1,94 Mcal/kg MS, con variaciones en primavera, verano – otoño e invierno, de 2,1, 1,90 y 1,80 Mcal/kg MS, respectivamente.
Los animales utilizan el forraje producido con distinto grado de eficiencia. En condiciones extensivas de manejo aprovechan un 50 %, aunque podría reducirse considerablemente según el tamaño del potrero, estructura y composición botánica del pastizal. La carga promedio anual se calcula multiplicando el rendimiento anual del campo natural, el factor de utilización y la concentración de EM del forraje promedio anual y luego dividiendo por el requerimiento anual de EM de una vaca de 420 kg y su ternero. 
La carga animal promedio que resulta de equilibrar la utilización y la demanda de energía anual es de 0,70 vaca/ha, expresado en equivalente vaca es 0,73 EV/ha.
Con la carga establecida, se observa un balance positivo entre oferta y demanda de energía que abarca la época de servicio hasta el destete a mediados de febrero, un exceso de energía de marzo a mayo y un marcado déficit en los meses invernales . Si bien, la carga promedio es de 0,73 EV/ha, la misma fluctúa a través de los distintos estados fisiológicos de la vaca, alcanza un valor mínimo de 0,57 EV/ha en el otoño, comienza a incrementarse con la parición a 0,66 EV/ha, luego durante el servicio aumenta a 0,84 EV/ha, llegando a un valor máximo de 1,0 EV/ha en el verano antes del destete.
El excedente de energía del otoño se transfiere al invierno, aunque no es suficiente para cubrir el desbalance entre la disponibilidad y demanda invernal de energía. En consecuencia, las vacas movilizarán las reservas grasas que acumularon después del destete para satisfacer el déficit.
La pérdida de condición corporal debido al desequilibrio energético dependerá de la disponibilidad de forraje. La disponibilidad o cantidad de forraje (kg MS/ha) que se ofrece al animal en un momento dado, es difícil de valorar por las características del campo natural, donde alternan pastos en matas con manchones de pastos cortos. Se mide por cortes utilizando aros (Ej. 0,25 m2), aunque se necesitan demasiadas muestras para tener una buena precisión. Luego, se utiliza un método más eficiente que combina un patrón o escala de disponibilidad determinada por cortes que luego se correlaciona con observaciones visuales, considerando la escala previamente establecida. Una carga invernal de 0,70 vaca/ha puede considerarse óptima, dependiendo de la disponibilidad de forraje. En situaciones donde la misma no es limitante, 2.250 kg MS/ha (NRC, 1996), el consumo voluntario en el invierno está restringido por el contenido de fibra detergente neutro (FDN = 60 %) y el nivel de proteína bruta (PB = 4 a 6 %).
El consumo diario de una vaca de 420 kg es del 1,8 al 2 % del peso vivo, alrededor de 8 kg MS/día y 14 Mcal EM/día, no es suficiente para satisfacer una necesidad de 18 Mcal/día (Figura 1). Por lo tanto, se produce un balance energético negativo (BEN) de 4 Mcal/día o 400 Mcal durante los meses invernales.
A medida que la disponibilidad de forraje disminuye, el consumo declina progresivamente, produciéndose una fuerte caída cuando la disponibilidad se reduce por debajo de 1.000 kg/MS/ha. Por otra parte, debe considerarse la composición botánica, tratándose de campos naturales con predominio de pajonales, el consumo se deprime cuando el animal pastorea por debajo de 20 cm de altura, debido a la elevada concentración de tallos en relación a la densidad de hojas. El déficit energético se incrementa, mientras la capacidad de consumo disminuye.
Considerando que un BEN de 330 Mcal, equivale a una pérdida de un punto de condición corporal (NRC, 1996) o 55 kg de peso vivo. De mantenerse un consumo de 8 kg MS/vaca/día, un BEN de 400 Mcal, implica una pérdida desde el parto y los dos primeros meses de lactancia de 1,2 puntos de condición corporal y una disminución de 65 kg de peso. Las vacas utilizan las reservas grasas para cubrir el déficit de energía. Por lo tanto, es importante que lleguen al parto con buen estado corporal, si el BEN es más profundo o más extenso, afectará el inicio de la actividad reproductiva posparto.
Los potreros con mayor disponibilidad de forraje (2.000 a 2.500 kg MS/ha) se utilizan con las vacas y vaquillonas preñadas, mientras los potreros por debajo de 2.000 kg MS/ha, se destinan a las vacas vacías o de invernada con menores requerimientos nutricionales.
Por lo expuesto, es clave monitorear la disponibilidad de forraje para establecer la carga animal, minimizar la pérdida de peso en el invierno y que el BEN se revierta de negativo a positivo al inicio de la primavera, para lograr adecuados índices de preñez.

SISTEMAS DE PASTOREO
Cada productor desarrolla su propio sistema de pastoreo. Las diferencias entre establecimientos: tamaño, topografía, suelos, vegetación, cantidad de trabajo, etc., son algunas de las razones que determinan que cada empresa debe decidir cómo ajustar el manejo para cubrir sus necesidades. Una característica importante es la simplicidad del manejo.
La meta es desarrollar un sistema de pastoreo que requiera el menor esfuerzo, para alcanzar el objetivo de la empresa. A menudo ocurre que el productor acepta sistemas de pastoreo que no maximizan beneficios económicos, pero que exigen menor demanda de su tiempo y esfuerzo. Las innovaciones más exitosas serán aquellas que permitan disminuir el trabajo. Si además hay un incentivo financiero para adoptar la innovación, ésta será rápidamente incorporada al establecimiento. Por otra parte, se debe ser muy cuidadosos al recomendar prácticas que impliquen trabajo extra.
Bajo pastoreo continuo, la principal variable que el productor debe manejar es la carga animal.
En los pastoreos rotativos la prioridad en el tema de decisiones es la siguiente:  1. Carga animal  2. Carga instantánea  3. Presión de pastoreo
En muchos de los pastizales del NEA predominan gramíneas de crecimiento estival. Estudios realizados en Australia no han detectado incrementos en la producción animal, al dividir en pequeños potreros y rotando las vacas. Esos estudios indicaron que para especies tropicales, como abundan en nuestros campos naturales, el sistema más recomendable hasta el presente es el pastoreo continuo a la carga apropiada. Esto sería así porque en este sistema de pastoreo los animales tienen la mayor oportunidad de SELECCIÓN, comiendo preferentemente hojas que tallos.
Hasta el presente, la investigación de varios sistemas de pastoreo rotativo no han presentado beneficio o éste ha sido muy pequeño con respecto al pastoreo continuo, tanto en la respuesta animal como en la de la vegetación y la mayoría han reducido significativamente la producción por animal.
La principal causa que determinó estos resultados, es la imposibilidad práctica de controlar adecuadamente la frecuencia e intensidad de la utilización de las plantas.
Los sistemas de pastoreo que usan baja carga animal, resultan en una muy baja frecuencia de defoliación, de una alta proporción de plantas. En un ambiente subtropical húmedo, las plantas maduran y pierden su valor nutritivo.
La elevada madurez del forraje en promedio es, en esas condiciones, el principal factor limitante de la producción animal.
Los sistemas rotativos de corta duración, Dan al productor un alto grado de control, tanto en la frecuencia como en la intensidad de la defoliación. Ambas pueden ser ajustadas en cualquier momento del año. Sin embargo, requieren un mejor nivel de manejo que los sistemas tradicionales y también requieren más cuidado para reducir el estrés en los animales, debido al muy frecuente movimiento.
Las opiniones acerca de los métodos del pastoreo continuo y del rotativo, varían mucho. En nuestra región predomina, hasta hoy, el pastoreo continuo, mientras que en el Sur de África, los rotativos se han extendido; en Australia también predomina el pastoreo continuo en la ganadería comercial.
Las razones por las que los sistemas rotativos de pastoreo no se han difundido, son diversas. Algunas se enuncian a continuación:
 1. El pastoreo continuo involucra menos costos en término de alambrados, aguadas y trabajo, consideraciones importantes a tener en cuenta en la ganadería extensiva basada en pastizales.
2. Existe escasa información y en algunos casos no existe, sobre el tipo de rotación que sería apropiada
para las diferentes áreas ecológicas del NEA.
3. Mientras que el pastoreo continuo favorecería las especies menos deseables en algunos ecosistemas, es posible que en el NEA algunos tipos de pastizales, especialmente en la región CAMPOS,
se han desarrollado y alcanzado cierta estabilidad bajo pastoreo continuo.
4. Finalmente, pero no de menor importancia, existen pocas evidencias hasta la fecha en que la
producción animal ha sido mejorada a través de sistemas rotativos, con respecto a continuos, en
términos físicos y económicos. Por lo tanto, se recomienda tener mucha cautela en la aplicación de los pastoreos rotativos en campos naturales del NEA, debido al costo de implementación y a la falta de información adecuada hasta el presente, que sustente el manejo de estos métodos de pastoreo, especialmente los muy intensivos.
Finalmente, se debería considerar algún tipo de rotación para propósitos especiales, como ser el establecimiento y manejo de leguminosas en los campos naturales.
El principal rol de los pastoreos rotativos, parecería ser el manejo de la composición botánica y una mayor utilización del forraje producido, más que un incremento del valor nutritivo de la dieta.



Fuente: Libro “Cría Vacuna en el NEA. Primera Edición.







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