Clima y precios detrás de una buena campaña agrícola

El 2019 puede traer una buena campaña agrícola si el clima acompaña y los buenos precios se mantienen, con pocas variaciones en la participación estatal.


amanecer rural

FADA (Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina) había publicado su informe trimestral sobre la participación del Estado en la renta agrícola.
La medición de diciembre de 2018 marcó una participación del 60,5% para el promedio ponderado de los cultivos de soja, maíz, trigo y girasol.
Es decir, que de cada $100 de renta (ingresos menos costos) que genera una hectárea agrícola, $60,50 se lo llevan los distintos niveles de Gobierno.
David Miazzo, economista Jefe de FADA explicó a NA su punto de vista sin avizorar grandes cambios porque “en los impuestos y la renta agrícola no habría nuevos aumentos significativos”.
“Los impuestos del inmobiliario rural y tasa vial se licuaron con la devaluación, la producción pasó a valer en pesos más del doble, son impuestos fijos en pesos y su participación cayó en pesos, por lo tanto hubo una baja de presión impositiva municipal y provincial por este motivo”, señaló.
Opinó que con la actualización económica ambos impuestos recuperan una parte de lo que habían perdido.
Para Miazzo, “es de esperar que los Derechos de Exportación (DEX) reinstalados en 2018 se vayan diluyendo a medida que aumente el tipo de cambio”.
“Si tomamos las bandas de flotación del tipo de cambio del Banco Central, se fijaron en una actualización del 2% mensual del piso y del techo de esa banda, por lo que se podría inferir que la devaluación mínima del año 2019 no sería superior al 25%”, indicó.
El economista consideró que “entonces se podría esperar un dólar de piso para fines del año de 50 pesos” y añadió que “esto haría que el Derecho de Exportación (DEX) de los cuatro pesos por dólar que hoy significan el 10,5%, en diciembre significarían un 8 por ciento.
“Y eso restaría algún punto de la participación del Estado en la renta”, precisó.
Para el primer trimestre, el economista consideró que en marzo puede caer la rentabilidad agrícola en algún porcentaje, “ya que se aguardan aumentos de costos de las labores agrícolas, en particular la cosecha de los granos gruesos, que habían tenido una baja de precios, producto de escasa demanda por estacionalidad”.
“En resumen la actualización del impuesto inmobiliario rural y las tasas viales generarían un mínimo aumento del Estado en la participación de la renta agrícola”, sostuvo.
Cree que va a aumentar un mínimo porcentaje y hacia diciembre esperaría que la participación del Estado baje: decir “veo en el corto plazo una pequeña suba y luego una pequeña baja”.
Miazzo hizo la salvedad que el descender de los DEX y la desaparición de los Roes motivó que bajara la participación del Estado en la renta agrícola del 75% en la era Kirchner al 60- 65 en la era Macri.
Por su parte, Juan Manuel Garzón, economista Jefe del Instituto IERAL de la Fundación Mediterránea evaluó que “a nivel económico, si el clima acompaña vamos a tener una campaña muy buena, puede ser la mejor de 10 años además con 19 millones de toneladas de soja, récord histórico con buenos precios internacionales y con las condiciones de precios internos que son buenos”.
“Arrancó muy bien la campaña de trigo y la gruesa, si se recupera la campaña -no hay registros de dos años consecutivos malos en materias de rindes- los precios internos han recuperado valor, el precio del maíz es el más alto de los últimos ocho años”, indicó a Noticias Argentinas.
Estimó que “hay una recuperación de precios importante, en soja va a estar un poco mejor que en los últimos años, si la presión tributaria fuese menor en cuanto a retenciones, tendría un escenario mejor”.
El especialista analizó que “éste sería un año para cicatrizar heridas de la sequía: el año pasado perdimos 30 millones de toneladas, 7 mil millones de dólares que no ingresaron por la sequía y la tasa de interés es alta”.
“El hecho de que tenemos un año electoral es otro ingrediente, porque trae incertidumbre ya que puede continuar la política económica o venir otra que cierre la economía como hizo el kirchnerismo, que el sector agropecuario deje de exportar o de abrir mercados, que haya intervención del mercado”, añadió Garzón.
Consideró que la oposición saldrá a generar más preocupación con los números.
En tanto es una realidad que el sector agropecuario va a ir volcando los excedentes en ventas de a poco, “por la incertidumbre política y económica no se va a lanzar a vender”.
Sin embargo se mostró optimista: “para el agro es un año mejor si el clima acompaña. El mundo sigue creciendo, todo esto con los riesgos de un cambio de política si las elecciones no favorecen al Gobierno”.
Otra posibilidad que tiene el productor es de aprovechar los futuros de soja de 10 mil a 11 mil pesos la tonelada para vender en mayo de este año.
“El año pasado tuvimos buenos precios, pero no hubo volumen, este 2019 esperemos que las dos variables vayan en la misma dirección”, consignó.
Garzón agregó que el productor que haya logrado buenos precios en el trigo ya arrancó muy bien la campaña 2018-2019.

Año nuevo, clima nuevo: ¿llegará la lluvia de dólares del agro?
Un año atrás, cuando 2018 comenzaba a despuntar sus primeras horas, ya eran numerosas las voces e informes que comenzaban a alertar sobre una incipiente sequía que luego se transformaría en la más grande en medio siglo.
Pocos meses antes, al inicio de la siembra gruesa, los pronosticadores agroclimáticos habían hablado sobre la posibilidad del paso de “La Niña”, pero nadie presagiaba que fuera tan intensa justo en el período crítico para los cultivos. Las proyecciones, entonces, fueron de una cosecha que rondaría los máximos históricos, en torno a 120 millones de toneladas, y el lógico flujo de miles de millones de dólares.
La realidad es que no se alcanzaron siquiera las 100 millones y esa pérdida de divisas terminó por convertirse en una de las principales explicaciones para la crisis de divisas.
La foto climática y agronómica de hoy es diametralmente opuesta: sojas y maíces asoman con buenas recargas de humedad. Pero eso no evade el riesgo de volver a caer en un vicio que puede llevar a tomar malas decisiones: el de contar los granos antes de que engorden.
Elecciones y dólar
La consultora Orlando Ferreres y Asociados, por ejemplo, sorprendió al estimar un repunte de 1,7 por ciento del producto interno bruto (PBI) en 2019, cuando todos los informes pronostican caídas de entre 0,5 y tres por ciento. Y lo vinculó con una cosecha mucho mayor que la de la campaña previa.
La duda es si, tras un año de vacas muy flacas por la sequía, una mayor producción agrícola derramará en una mayor lluvia de dólares.
El economista de la Bolsa de Cereales de Córdoba, Gonzalo Agusto, es cauto al respecto. Considera que los precios internacionales no tienen grandes perspectivas de suba, que las altas tasas de interés complican a un sector que siempre necesita financiar sus gastos y que la lógica indicaría que, en un año electoral, el Gobierno prefiera “pisar” el tipo de cambio para que la población no pierda poder adquisitivo. A esto se suma una campaña con retenciones, tras una que no las tuvo. Todos incentivos para que el productor venda lo justo y necesario, ensile el resto y “se quede en el mazo”, según Agusto, a la espera de mayores definiciones políticas y económicas.
El analista Salvador Di Stéfano, en tanto, subraya que soja y maíz hace tres años están “planchados” en materia de precio, por lo que no se puede esperar un incentivo a la inversión por ese lado. Y no duda: el productor que pueda va a retener sus granos. Calcula que embolsarlos le cuesta sólo dos dólares por tonelada contra precios que superan los 200 dólares: un valor mínimo, que alienta a esperar.
De todos modos, a los productores les recomienda tomar recaudos: hacer coberturas de futuros tanto con los granos como con el dólar. Para Di Stéfano, “2019 va a ser el año de los mercados de futuros; los que puedan postergar las ventas, van a ganar dinero”.



Fuente: Matilde Fierro, Favio Ré







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