Pulverizaciones: una nueva tecnología provocó un cambio de paradigma

Decidió entonces adquirir una pulverizadora propia para controlar todo el proceso. El momento no podía ser más oportuno: al buscar equipos se encontró con el lanzamiento comercial de una pulverizadora que cuenta con una estación meteorológica incorporada para determinar en tiempo real si las condiciones de la aplicación en curso son las adecuadas. Eso se logra por medio de un programa –desarrollado por una empresa argentina– que, a partir de a temperatura, humedad relativa y velocidad del viento, calcula en tiempo real la deriva y evaporación de la aplicación.


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Pulverizaciones: una nueva tecnología provocó un cambio de paradigma


“El sistema permite definir umbrales de calidad de aplicación; en nuestra caso, determinamos que cuando la calidad de la aplicación cae por debajo del 90% del nivel óptimo, se emiten alertas para detener la pulverización de manera inmediata”, explica Gastón. “Hemos controlado una menor cantidad de hectáreas que otros años, pero la eficiencia de control que logramos en la superficie aplicada es altísima”, asegura.

El uso de esta tecnología permitió advertir en reiteradas oportunidades que condiciones iniciales de aplicación que resultaban óptimas podían perderse poco tiempo después de iniciada la operación. “Cuando uno está dentro de la pulverizadora, es muy difícil advertir tales cambios, pero con esta tecnología eso ahora es posible”, señala.

Si la pulverizadora está trabajando en un momento en el que, ante el cambio de condiciones meteorológicas, comienza a descender el nivel de calidad de aplicación hasta caer por debajo del umbral definido del 90%, se emiten alarmas automatizadas que son percibidas tanto por el operador como por los administradores o responsables del establecimiento, quienes reciben un mensaje de advertencia en su celular.

La pulverizadora inteligente dejó obsoleto el criterio de definir bonificaciones salariales en función de la cantidad de hectáreas aplicadas, dado que ahora es posible medir con datos objetivos la calidad de una pulverización. Por eso Gastón diseñó un sistema de métricas con siete variables –cada una con diferentes ponderaciones–, el cual comenzó a emplearse para bonificar aplicaciones en función de la calidad lograda (ver cuadro).

Pautas para evaluar calidad de una aplicación Ponderación
Calidad de las aplicaciones (por sistema) 25%
Proceso de control de calidad de la aplicación  25%
Fitotoxicidades por falta de limpieza del tanque 20%
Manejo y control de stock de fitosanitarios 10%
Mantenimiento del equipo 10%
Eficacia en el control de malezas 5%
Eficiencia en el uso del tiempo  5%

“Fue un cambio de paradigma muy grande para todos, porque implica modificar de manera profunda la manera en la que veníamos trabajando hace muchos años”, afirma el gerente de El Boyero. “Ya no pensamos en términos de cantidad de hectáreas, sino en la calidad de los tratamientos realizados en la superficie efectivamente tratada”, añade.

“El importante costo que requiere el tratamiento de malezas problemáticas no permite la posibilidad de realizar una gestión inadecuada de las aplicaciones, especialmente si existen los medios para evitar que eso suceda”, afirma.

Ahora bien, ante un cambio repentino de condiciones meteorológicas, es posible esperar a las malezas. Pero con un ataque de plagas ese margen a veces no existe. ¿Qué hacer en tales casos? Una alternativa es buscar los momentos más adecuados –como puede ser a última hora del día o por la noche– aunque los mismos exijan un esfuerzo adicional. 

“Si contamos con una herramienta que nos permite generar certeza sobre la calidad de las aplicaciones, ahora podemos saber que una combinación de productos o determinadas dosis no fueron los adecuados si se llegaran a detectar fallas en el control; ya no va a ser viable la duda de si el control falló por una mala aplicación”, apunta Gastón. 

“Los lotes tratados este año, antes de la siembra de granos gruesos, estaban espectaculares: no se veía una sola maleza en los mismos. Ahora contamos con una tecnología que nos permite evitar derroches innecesarios, realizar controles efectivos y poder demostrar, con datos objetivos, que somos responsable tanto en términos sociales como ambientales”, concluye Gastón, quien trabaja junto a Delfín Uranga (gerente general de El Boyero).



Fuente: CREA







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