Varias Sociedades Rurales del norte de Santa Fe también piden cambios en el IPCVA. Reclaman austeridad y que el aporte pase a ser voluntario

Después de veinte años se abrió la Caja de Pandora: El Instituto de Promoción de la Carne Vacuna (IPCVA), creado por ley nacional de 2001, quedó envuelto en una saludable polémica sobre sus objetivos y los modos de financiarlo, que debería conducir a una mejoría.


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Varias Sociedades Rurales del norte de Santa Fe también piden cambios en el IPCVA. Reclaman austeridad y que el aporte pase a ser voluntario


Comenzaron el debate las sociedades rurales cordobesas de Río Cuarto y de Jesús María. Y ahora son varias entidades de base ganadera de la provincia de Santa Fe las que promueven esta revisión, que está a tono con los aires de cambio que se viven en la Argentina.

En un comunicado lanzado por la Sociedad Rural de Reconquista, al que adhirieron las rurales de toda esa región productora de carne (San Justo, Romang, Tostado, Calchaquí y el norte del departamento General Obligado), se criticó el reciente aumento de los aranceles obligatorios que deben pagar los ganaderos para el financiamiento del IPCVA, y hasta se propuso que ese pago por cada animal faenado “sea voluntario, de libre elección y que el instituto trabaje en pos de convencer a sus socios demostrando la importancia de su existencia”.

Desde la ley de 2001, en la Ley 25507, que dio origen a este Instituto de Promoción, el artículo 14 establece que el fondo de Promoción de la Carne Vacuna Argentina se conformará con una contribución obligatoria de los productores equivalente a la suma en pesos de hasta 0,20% del valor índice de res vacuna en plaza de faena, publicado por la Secretaría de Agricultura; más un porcentaje de 0,09% de ese mismo valor a cargo de la industria.

En diciembre pasado, luego de años de visible atraso respecto de aquel mandato, el IPCVA decidió un último ajuste de 23% a partir del 1 de enero, con lo cual el aporte quedó en 834 pesos por cada cabeza enviada a faena por parte de los productores, más otros 375 pesos a cargo de la industria frigorífica. Esa decisión desencadenó una polémica que recién está en sus inicios, básicamente sobre si ese aporte compulsivo sirve de algo para los ganaderos.

El tono de las rurales del norte santafesino es particularmente duro: “Consideramos que el IPCVA tiene poca empatía por un sector ganadero que viene sufriendo los golpes de la situación climática. Este sector está saliendo de la sequía más devastadora de la historia y entrando a un fenómeno de Niño que nos posiciona en una coyuntura de continuas pérdidas productivas. Esto se agrava, más aún, por un contexto macroeconómico particular e inhóspito para el desarrollo de nuestras Pymes”, describen.

Luego de marcar que “el primer eslabón productivo se opone con firmeza a encontrarse obligado a afrontar, prácticamente solos, el peso de un instituto con una estructura cuantiosa y gastos faraónicos”, la Rural de Reconquista también remarcó que “si bien, en su génesis, el instituto tenía objetivos loables e importantes para la cadena de la carne, hoy debemos reconocer que la dirigencia agropecuaria no estuvo a la altura en la representación de los productores ante el organismo en defensa de sus intereses”.

“Nunca defendieron a su sector, jamás obtuvimos un beneficio palpable, concreto y medible para el ganadero sino todo lo contrario, afectaron su rentabilidad y encarecieron un producto”, dijeron estos ruralistas. Y añadieron, casi con saña, que “en momentos de cierre de exportaciones, el IPCVA ha continuado percibiendo fondos sin demostrar solidaridad alguna con los productores afectados por estas políticas, que contradicen el propósito original del instituto”.



Fuente: Bichos de Campo







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