CONTROL INTEGRADO DE PARÁSITOS EN BOVINOS

La presencia de parásitos gastrointestinales en bovinos fue siempre reconocida por los productores ganaderos. Tecnologías para controlarlos.


amanecer rural

El método más común para combatirlos fue, generalmente, a partir de recomendaciones basadas en costumbres de lejanos tiempos. Figuran, entre ellas, las prescriptas en el histórico plan sanitario o por “decreto”, donde se realizaba una dosificación -no negociable al destete durante el otoño (marzo-abril) y otra menos cuestionada durante la salida del invierno o primavera (septiembre-octubre). Esta recomendación era tomada siempre más allá de las circunstancias epidemiológicas o ambientales existentes. No difería mucho si había seca o inundación; si los animales iban a recursos forrajeros libres de larvas (verdeos de invierno o de verano, pasturas nuevas, rastrojos), a pasturas con antecedentes de mortandad por parásitos, niveles de cargas parasitarias intestinales o en pasturas; el estado fisiológico de los animales o la categoría de hacienda.
En lo referido a los fármacos la historia es larga, se utilizaban antiguas formulaciones magistrales con variadas drogas (arecolina, fenotiazina, piperacina, organofosforados, etc.) hasta que grandes compañías de productos veterinarios invirtieron en investigación, desarrollando modernas drogas que mejoraron la eficacia de los tratamientos antihelmínticos. Así, evolucionaron desde los viejos vermífugos a los más modernos vermicidas, drogas de excelente acción parasiticida pero algunos de ellos, al exceder ligeramente la dosis indicada, producían signos de toxicidad (levamisol). A estas le sucedieron drogas de muy baja toxicidad (bencimidazoles), cubriendo un amplio espectro de acción respecto de los géneros gastrointestinales y con mayor efecto hacia todos los estadíos parasitarios (efecto ovicida, larvicida y adulticida).

TECNOLOGIA DE INSUMOS
Aun así los avances no se detuvieron, llegando a la era de los endectocidas (avermectinas) que hicieron toda una revolución en la industria veterinaria en la lucha contra los parásitos. Esto es debido a su mayor cobertura, combatiendo helmintos gastrointestinales y ampliando más su poder al actuar también sobre parásitos externos de acción hematófaga (garrapatas, sarna, piojos chupadores, moscas de los cuernos y otros). A su vez, es interesante considerar cómo se modificó el período de metabolización de la droga en el organismo animal, yendo de 48 horas de acción con las drogas antes mencionadas, a semanas de duración con endectocidas. La vía de aplicación también se vio modificada desde la administración vía oral hasta aplicaciones intrarruminales, inyectables, también tópicas (pour-on), para combatir parásitos internos y externos, bolos intrarruminales de liberación lenta. Esto sólo mencionando algunas de las nuevas virtudes logradas con los avances en el desarrollo de nuevas moléculas antiparasitarias, que nunca finaliza.
Si bien estas tecnologías de insumos se vendieron aceleradamente debido, en parte, a la mayor velocidad de llegada de la información fruto del avance alcanzado con las modernas modalidades
de comunicación y de marketing, lo fundamental de su rapidez se explica porque fue el más importante negocio de la historia de la industria veterinaria, en pleno auge de “tecnologías de insumos”.
Se puede afirmar que lograron un cambio por su mayor eficacia en los tratamientos médicos y porque, en general, son menos tóxicos que los antiguos. De esta manera, las modernas drogas son más seguras porque tienen menos efectos colaterales y porque hacen falta volúmenes muy superiores a la dosis prescripta para producir toxicidad. Esto demuestra que también fue considerado el impacto ambiental de estos nuevos productos ya que, a su vez, actuarían en materia fecal sobre microfauna (coprófagos), necesarios para mantener el equilibrio ambiental.

TECNOLOGIA DE PROCESOS
Por otro lado, se hallan las “tecnologías de procesos” que no vienen dentro de frascos, que son las relacionadas al manejo racional y técnico de los problemas. Se refieren más a una inversión intelectual, requieren asesoramiento profesional, tiempo de estudio y análisis de laboratorio, diagnóstico específico y cierta capacitación del personal de campo. Pero, sobre todo, trata de arribar a una estrategia que si bien generalmente hace un racional uso de insumos, el planteo pasa más por reconocer aspectos técnicos del ciclo de la enfermedad y sus efectos sobre el animal a lo largo de su ciclo productivo, sobre la salud humana y sobre la naturaleza (microfauna benéfica).
Al considerar el impacto ambiental con estas tecnologías, es posible realizar un análisis integral que permite seleccionar diferentes alternativas según el caso. En otros términos, se trata de asignar prioridades respecto del correcto manejo y uso de los recursos humanos, animales, económicos y, por supuesto, de los insumos. O sea, se busca pensar más en un sistema de control integrado de parásitos donde se consideren no sólo los animales y el negocio, sino también en tratar de mejorar la salud animal sin alterar la salud pública ni el medio ambiente. Desde ya que todo esto es más difícil “vender”, porque da la sensación de complicar los procesos cuando, de alguna forma, el problema ya estaba bastante controlado, en apariencia.

CONSIDERACIONES FINALES
De esta manera, luego de recorrer un largo camino en la búsqueda de las recomendaciones más sencillas y útiles, una conclusión a la que se puede arribar es que no es posible anular definitivamente los problemas ocasionados por los parásitos gastrointestinales. Pero sí se puede tratar de convivir con ellos sin que ocasionen muertes ni daños clínicos y de esta manera, a nivel productivo, es posible perder menos kilos con tratamientos racionales.
Hay que aceptar, como se dijo antes, que la erradicación de los parásitos del ambiente es muy improbable por no decir imposible. Además, se trata de una enfermedad multifactorial donde intervienen variables ambientales como lluvias, temperaturas, humedad relativa ambiente, disponibilidad forrajera y tipo de forraje, carga de larvas parasitarias en pasturas, entre otras. También están las variables animales como son la falta de desarrollo de la respuesta inmune hasta el sobreaño de vida en vacunos; por otro lado, se pueden mencionar la caída de las defensas debidas a otras enfermedades, stress alimenticio, estado fisiológico de los animales. Todo esto debe relacionarse con el manejo comentado anteriormente, que dependerá a su vez de la posibilidad de poder juntar los animales para poder aplicar los tratamientos necesarios (montes, campos grandes, etc.).
Durante los últimos 20 años se ha conseguido disminuir las pérdidas productivas aplicando variados métodos de control (vigilado, supresivo, táctico, estratégico, otros). En casos de graves parasitosis ocurrían notables pérdidas entre 45 y 60 kg por animal, y en lo de parasitosis leves o subclínicas sin tratamientos, se perdían sólo 20 kg/cab. En los casos con diagnóstico parasitológico, fue posible lograr estrategias con óptimas respuestas al dosificar, en forma racional, los antiparasitarios. Esto sin que se adviertan los kilos perdidos y sin signos clínicos del “efecto parásito”, pudiendo llegar a una pérdida significativa en la producción.
Estas son estimaciones teóricas, pero se advierte que aunque sea menor la magnitud, es muy importante el impacto productivo y económico. Se insiste que esta diferencia productiva ocurre sin que pueda detectarse, desde afuera, la pérdida de kilos producidos y sin ver síntomas clínicos.
Recientemente, se ha logrado una mayor transferencia y difusión de los avances de parasitosis en bovinos entre profesionales y ganaderos, obteniendo como producto principal una mayor atención profesional y un mejor control sobre la enfermedad parasitaria. Pero también se consiguió despertar más sobre la conciencia y esencia del problema en los ganaderos, al tratar de no llegar tarde con los tratamientos porque cuando ya hay muertes o síntomas, el gran daño físico y las pérdidas ya se han producido.
Pero, cuando se logró convencer que los parásitos no descansan y no perdonan, también aparecieron los extremistas que simplificando excesivamente las cosas, desparasitaban muy seguido o casi todos los meses, lo cual además de ser excesivo y antieconómico, desconocen el daño ambiental que pueden ocasionar al no saber cuál es la real necesidad de dosificar. Una de las peores consecuencias es que cuando se dosifica con excesiva frecuencia y sin diagnóstico, se favorece la generación de resistencia de los parásitos a las drogas antihelmínticas utilizadas.
Esto es lamentable debido a que no se producen todos los días nuevas moléculas, y si no se usan adecuadamente las disponibles actualmente, se corre el riesgo de perder su eficacia antiparasitaria.
La resistencia a los antihelmínticos es una realidad en los países más desarrollados, existen ya evidencias del uso desmedido e indiscriminado de los mismos en nuestro país y no es difícil hallar resistencia en derivados de avermectinas, que fueron las más utilizadas durante los últimos años. Un ejemplo reciente en Argentina, es la pérdida de eficacia de los piretroides pour-on utilizados para el control de la mosca de los cuernos, las cuales han desarrollado resistencia por un uso indiscriminado y masivo de dichos productos. Del mismo modo, las garrapatas han generado resistencia a todos los garrapaticidas utilizados. Los programas de vigilancia o control parasitario varían según la escala del establecimiento, gravedad del problema, zona del país considerada, tipos de recursos forrajeros, planteo de invernada, genética y otros. Pero es posible utilizar programas de control, donde mediante observaciones en animales y pasturas con muestreos periódicos (de materia fecal) que representen a cada tropa de invernada, para realizar recuentos de huevos de parásitos, sobre todo en las categorías más susceptibles (animales menores de 1 año) y en las épocas de mayor riesgo parasitario (otoño-invierno). Con esto, se determinan las tendencias parasitarias y productivas de acuerdo a la respuesta a las dosificaciones administradas, como así también se establece en alguna medida la eficacia de las drogas empleadas, pudiendo definir la droga a usar en cada situación. Si se miden los aumentos de peso vivo (pesadas individuales), podrán correlacionarse   los datos y ver la influencia que están ejerciendo los parásitos sobre los potenciales engordes o kilos producidos por los animales.
Existen ejemplos de empresas ganaderas, tanto en rodeos para carne como para leche, que destinan importantes recursos en genética animal para lograr avances productivos, donde no se evalúan bien los efectos que ocasionan los parásitos gastrointestinales. De esta forma, se enmascaran los potenciales aumentos genéticos de producción, que nunca llegan a ser bien expresados por falta de programas adecuados de control parasitario. Entre otras cosas, esto ocurre debido a que es más difícil vender estas llamadas tecnologías de procesos porque es “complicar” un poco más el manejo.
Cada vez es mayor el número de productores que entienden esto y aceptan que el asesoramiento veterinario no es necesario solamente cuando se declara una enfermedad o cuando ya existe un determinado problema de producción. Sino que es más común aceptar que debe evitarse la aparición del problema, y esto es trabajar más en prevención y en planificación de la producción. Lo que significa que se trata de trabajar más en presencia de animales con salud que con enfermos. Así, todo lo relacionado con lo preventivo pasa de ser un gasto para transformarse en una inversión.
Un caso de control integrado de parásitos en bovinos en Venado Tuerto fue en sistemas de Cría Bovina Intensiva o CBI en campos agrícolas; al pastorear con las vacas de cría sobre praderas de alfalfa con gramíneas durante primavera-verano, se consiguió bajar en forma significativa la carga de larvas en pasturas. Esto se debe a la inmunidad de animales adultos (vacas) que “limpian” de larvas parasitarias las pasturas, dejando un recurso forrajero muy seguro para la recría de vaquillonas de reposición del rodeo, reduciendo significativamente el uso de antiparasitarios sin alterar el desarrollo de los futuros vientres. Existen empresas ganaderas que buscan la intensificación del sistema para maximizar la producción, pero no deberían permitirse dejar de controlar lo que con seguridad existe. 
 



Fuente: Méd. Vet. Martín Correa Luna, INTA Venado Tuerto.







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