Qué buen momento para pensar en el girasol

Un verano de año Niña y la quita de las retenciones alientan la vuelta del cultivo a las rotaciones. Asagir habló del manejo en varios simposios.


amanecer rural
Para pensar en el girasol


Qué buen momento para pensar en el girasol... La oleaginosa, que ya no tiene retenciones a sus exportaciones, es una gran alternativa productiva por este motivo y también porque la campaña se perfila climáticamente como un año Niña, un aspecto al que el cultivo le hace frente con buenos resultados. Así quedó claro durante varios simposios regionales que organizó, recientemente, Asagir (Asociación Argentina de Girasol), el INTA y un grupo de empresas de la cadena. Clarín Rural llegó hasta Trenque Lauquen, en el oeste bonaerense, donde se realizó la segunda de estas jornadas. Las otras fueron en Avellaneda (Sata Fe) y Tandil (Buenos Aires). En Trenque Lauquen, varios técnicos especializados en girasol les contaron a un nutrido grupo de productores las ventajas de la vuelta del cultivo a las rotaciones y su potencial, pero también se habló de la sanidad, enfermedades y malezas, dos temas de alto impacto en el manejo de este cultivo. Gustavo Duarte, un asesor muy conocedor de la oleaginosa y con base esa región del país, abrió el simposio y manifestó que este cultivo llegó a su mínima expresión en la zona ya que “del 60 por ciento de la superficie destinada a agricultura, solo el diez por ciento lo ocupa el girasol”, dijo, a lo que agregó, teniendo en cuenta el avance de la soja en todos los ambientes, “es un cultivo muy competitivo en ambientes de bajo potencial sojero, en los que la soja rinde por debajo de los 2.300 kilos”. El técnico continuó hablando sobre la potencialidad del girasol y el ambiente y explicó que, “lo más importante es la elección del sitio, el antecesor y la disponibilidad de agua. La fecha de siembra y luego la disponibilidad de nitrógeno le siguen en importancia”. Según Duarte, la rusticidad del girasol hace que sea un cultivo con buen comportamiento en los años Niña, caracterizados por lluvias por debajo del promedio, “siempre sostuve que lo mejor para este cultivo es que llueva desde abajo”, bromeó y agregó que las buenas reservas hídricas de los suelos, como las que se registran en muchas zonas girasoleras este año, aumentan los niveles de rendimiento. Analizando las variables que definen la arquitectura del cultivo, Duarte señaló a la fecha de siembra. “Las tempranas alcanzan los mejores rendimientos y reducen su variabilidad, en cambio, en la medida que la implantación empieza a retrasarse, las siembras del mes de noviembre condicionan al cultivo en la etapa crítica del rendimiento y las fechas de diciembre alcanzan muy bajos rendimientos”, resumió. Como parte de este tema, recomendó también seleccionar los híbridos a sembrar, según el ambiente y también definiéndolo de acuerdo a la problemática en cada uno de los sitios. “La respuesta a nitrógeno aparece cuando los niveles de disponibilidad están por debajo de los 60 kilos por hectárea a la siembra. En este región, el 35% de los lotes están en esa condición de ser fertilizados. Además, con el fósforo y boro son los tres nutrientes a corregir en esta zona”, aclaró el técnico. Luego, fue el turno del manejo sanitario y para ello se presentaron Andrés Corró Molas, del INTA General Pico, y Amelia Bertero, referente global en enfermedades. El experto del INTA se refirió al cancro del tallo, una podredumbre que puede generar pérdidas entre el 20 al 80 por ciento de los rendimientos. Por su parte, Bertero, abordó el problema por Downy mildew y especificó que el período de máxima susceptibilidad comprende desde la siembra del cultivo hasta botón floral. “Enanismo o decoloración son los síntomas más claros en la etapa inicial. El factor determinante es el agua y ya se está trabajando en la investigación de nuevos genes de resistencia”, anticipó. El consejo técnico clave que dio la experta fue utilizar el tratamiento de semillas para reducir los riesgos de introducción de nuevos patotipos en el sistema. Por último, Jorgelina Montoya, especialista de INTA Anguil, habló sobre una problemática candente: las malezas. “Volvió el girasol y con él la rotación y las mezclas de herbicidas con diferentes modos de acción”, apuntó la técnica para luego aclarar que en la región el Amaranthus palmeri es una especie que ya merece atención especial. Por eso, hay que empezar a hablar del manejo de las amarantáceas en general, porque se dispersan y se cruzan con altos niveles de infestación. También está Chloris, que es muy invasiva. Es clave intervenir con los herbicidas en forma temprana”, aclaró.



Fuente: Agrofy News







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