EL USO DE HERBICIDAS RESIDUALES

El ABC de REM (Red de manejo de malezas), permite adelantarse al problema, las que propician un buen ambiente para el cultivo y las que se destinan a controlar las malezas que igualmente crecen. FUENTE: REM AAPRESID


amanecer rural


Dentro de este último grupo, una de las prácticas recomendadas es el Uso de Herbicidas Residuales. Los herbicidas residuales son aquellos que luego de ser aplicados al suelo tienen la capacidad de persistir activos durante algún tiempo en su solución. Actúan como preemergentes de las malezas controlando las que están por nacer sin tener, en su mayoría, acción sobre las malezas que ya están establecidas en el lote previo a la aplicación.
En este tipo de herbicidas al ser depositados al suelo hay muchos factores edáficos (M.O., pH, microorganismos), ambientales (lluvias, temperatura, radiación) y de la molécula en sí misma (solubilidad, presión de vapor) que influyen en todo el proceso desde que son aplicados hasta que efectivamente realizan su acción de control, precisa un informe elaborado por el equipo técnico de AAPRESID.
Así mismo, como en toda aplicación de fitosanitarios, el porcentaje de control alcanzado también va a depender de factores de manejo como la selección del herbicida, fecha de aplicación, situación del lote, calidad de aplicación, entre otras cosas.
Se debe destacar que un punto esencial en el uso de residuales es la necesidad de una planificación temprana que considere el análisis de cuáles son las especies de malezas presentes en el lote y de sus flujos de emergencia para así lograr llegar a tiempo con la aplicación previo a la germinación de los primeros individuos y con el activo indicado. De aquí surge la importancia del monitoreo periódico y de la existencia de modelos de predicción de emergencias de malezas por especie y zonas.
Como consecuencia de una adecuada aplicación los residuales permiten implantar el cultivo en un lote libre de malezas, evitando así la competencia en estadios tempranos y la necesidad de controles postemergentes que le generan un stress al cultivo, mayores costos y a menudo son menos eficientes.
Además estos herbicidas reducen la presión de selección a determinados postemergentes, debido a la disminución de la cantidad de individuos presentes en el lote y retardando así la aparición de resistencias que pudieran ocurrir.
Una práctica estratégica en el control de malezas problemáticas es lo que se denomina como “overlapping”, o sea la aplicación secuencial de herbicidas residuales generando un solapamiento de sus acciones de control, lo que nos permite mantener el lote limpio por más tiempo y reemplazar la aplicación repetida de herbicidas postemergentes. Aquí también se debe tener en cuenta la rotación de sitios de acción usados para disminuir la presión de selección de resistencia.
Sí los residuales se usan en forma incorrecta, sin respetar los tiempos de carencia pueden aparecer aspectos negativos en el manejo de las malezas.
A diferencia de lo que normalmente se cree para este tipo de productos, se debe realizar una pulverización de calidad alcanzando una cobertura uniforme en el lote. Siendo en este caso también recomendable la aplicación del herbicida residual junto a un coadyuvante, ya que este ayuda a que el ingrediente activo hidratado se disperse mejor en los primeros centímetros de suelo y además cumple la función de protección cuando las condiciones ambientales no son las óptimas.
Así mismo cabe aclarar que cuando usamos en forma incorrecta los residuales, entendiendo por esto: aplicaciones sin respetar los tiempos de carencia, los usos para los cuales están registrados los productos o la rotación de activos, podemos encontrarnos con algunos aspectos negativos. Entre ello podemos nombrar:
Carryover, daño ocasionado por la acción residual del herbicida en el cultivo posterior para el que fue aplicado
Stacking, efectos fitotóxico aditivos y sinérgicos, debido a la acumulación de activo por aplicaciones repetitivas de herbicidas residuales.
Pérdida de activo por lixiviación (desplazamiento hacia capas inferiores) o escurrimiento superficial (desplazamiento hacia bajos), debido principalmente a excesivas lluvias, pudiendo ocasionar contaminación de napas o cursos de agua y acumulación de activos en zonas bajas.
CUANDO LA RESIDUALIDAD SE CONVIERTE EN UN PROBLEMA
La mayor residualidad es una cualidad buscada en un herbicida, ya que asegura una mayor ventana de protección de los cultivos contra las malezas. Pero a veces, éste permanece en el suelo en concentraciones que resultan fitotóxicas que perjudican al cultivo siguiente. Este fenómeno se conoce como “carryover” y fue el tema elegido para el Taller que la Rem ofreció en la Regional Justiniano Posse junto a la especialista  Ing. Agr. Jorgelina Montoya del INTA Anguil.

Daño por carryover en soja.
Según explicó Montoya  “en el carryover intervienen dos componentes: Por un lado, el producto  en sí mismo y la bioactividad en el suelo resultante de diferentes interacciones que se establecen entre el compuesto y el suelo. Y, por el otro, el cultivo que sigue en la rotación, ya que no todos los cultivos demuestran la misma  sensibilidad a los residuos en el suelo.”.
En cuanto a la interacción del producto con el ambiente, la misma depende de: las propiedades físico-químicas del suelo (textura, materia orgánica, pH, población microbiana, etc.), las condiciones climáticas, las propiedades físico-químicas de la molécula (ionizabilidad, solubilidad, adsorción, etc.).
Todos estos factores interactúan entre sí y determinan la velocidad de disipación (desaparición) del herbicida del sistema. Así, un activo puede degradarse, lixiviarse  o permanecer  como residuo ligado a los coloides del suelo por lo que no estaría disponible para su acción herbicida.
La degradación de las moléculas de fitosanitarios se produce por procesos como fotólisis, hidrólisis química o metabolismo microbiano. Las estructuras química más complejas y grandes son más difíciles de ser degradadas por lo que tienen mayor persistencia. El parámetro para clasificar el tiempo de degradación de un herbicida se denomina Vida Media, y es la cantidad de días que demora el activo en reducir su concentración a la mitad. Es una medida de la persistencia y, por tanto, es un dato orientativo del  riesgo de generar Carryover.
El parámetro que define la disponibilidad de los compuestos en el suelo es el coeficiente de adsorción Kd. Este parámetro indica la cantidad de herbicida adsorbido a al suelo en relación al herbicida disponible en la solución del suelo. Hay que recordar que la materia orgánica es el componente edáfico que mayores sitios de adsorción o retención ofrece. Es por ello, que otro parámetro muy utilizado es el Koc que indica del total retenido al suelo cuál es la fracción retenida por parte de la materia orgánica. Cuanto mayor sea el valor, mayor es la retención en materia orgánica y menor es su disponibilidad y por ende también menor es su movilidad en el suelo.
Las formas en que los herbicidas pueden ser retenidos en el suelo son varias.  Hay fracciones ligadas al suelo lo que significa que están muy retenidos y por lo tanto no están disponibles para la degradación ni tampoco están bioactivos.  Estas fracciones podrían  quedar nuevamente disponibles a través del proceso de  mineralización de la materia orgánica. Otros fracciones de los herbicidas están disponibles en el suelo disueltos en el  agua edáfica. Estas fracciones están  bioactivas (tienen capacidad herbicida) y están disponibles para ser degradadas o también pueden lixiviar. El proceso de adsorción (retención) de las moléculas de herbicidas es un proceso reversible . Su disponibilidad se relaciona con la cantidad de agua del suelo.
La retención también va a depender de la carga de la molécula herbicida.  Moléculas neutras presentan mayor afinidad a ser retenidas por la materia orgánica. Moléculas de carga negativa (aniónicas)  tienen baja afinidad a la mayoría de las cargas del suelo – que también son aniónicas – generando un efecto de repulsión. Ocurrirá lo inverso en el caso de herbicidas de carga positiva (catiónicos).
Los cultivos de servicios (CS), son una excelente práctica para mejorar las cualidades edáficas.  Permiten aumentar la actividad microbiana, y así favorecer la degradación de los compuestos que puedan quedar en el suelo. A esto se suma la capacidad de los CS  de absorber y detoxificar los activos del suelo. Un suelo más vivo es un suelo con menos probabilidades de carryover.



Fuente:

Este Artculo pertenece a Revista Amanecer Rural. Edicion .








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