CULTIVOS DE SERVICIO, UNA OPORTUNIDAD PARA INTENSIFICAR EN EL NORTE

Especialistas pasaron por Agenda Aapresid y hablaron sobre las ventajas y estrategias de manejo para incluir esta herramienta en el NOA y NEA.


amanecer rural

Los cultivos de servicio (CS) son una herramienta cada vez más utilizada en los sistemas de producción agropecuarios por sus enormes beneficios sobre la producción y el ambiente. Sin embargo, las condiciones climáticas y edáficas restrictivas o variables en el NOA y NEA, hacen que la inclusión de estos cultivos requiera ajustes específicos de manejo.
La temática fue el foco de la edición del 7 de diciembre de “Agenda Aapresid”, el ciclo de entrevistas semanales de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa, donde productores, especialistas y empresas dieron sus perspectivas en cada región del país. En esta nota los detalles de la producción de CS del NEA y NOA, pueden acceder al resto del programa desde acá.
Panorama regional y beneficios de los cultivos de servicio
Según datos oficiales, un 30% de los productores del norte usan CS, con rendimientos de biomasa promedios de 3000 hasta 5000 kilogramos por hectárea. “En general se opta por gramíneas y vicia en fechas de siembra tempranas en busca de capturar mejores condiciones hídricas para el ciclo del cultivo, que es la principal restricción en la zona”, explicó Salvador Prieto Angueira, de INTA Santiago del Estero.
La incorporación de CS a la rotación aporta ventajas en el corto y largo plazo. Prieto Angueira citó, por ejemplo, beneficios inmediatos sobre el control de malezas y consecuentemente reducciones del 40% del impacto ambiental y disminución de costos de producción por menor uso de fitosanitarios.
Las mejoras sobre los rendimientos del cultivo posterior de renta no se quedan atrás. Julieta Rojas, de INTA Sáenz Peña, comentó que en experimentos con inclusión de CS pudieron ver que “en maíz y algodón sobre vicia hubo un efecto favorable sobre los rendimientos en comparación con tratamientos con barbecho tradicional”.
En cuanto a la gestión del agua, no se registraron costos hídricos para los cultivos de verano. Por el contrario, “cuando hay un buen aporte de biomasa, en los 20 cm iniciales del suelo se observa más humedad a la siembra del cultivo de renta que en un lote proveniente de un barbecho limpio”, aseguró la especialista. En cuanto al aporte de materia orgánica, los resultados hasta ahora indican valores superiores del stock de carbono cuando se incorporan CS.
Además, se observan efectos positivos en el ciclado de nutrientes y fijación biológica de nitrógeno. Con respecto a esto último, Prieto Angueira comentó que en ensayos se registraron entre 16 y 20 kilogramos del nutriente fijados por tonelada de biomasa de CS, “el equivalente a 120 kg de urea por hectárea para los rendimientos promedio”, señaló, lo cual representa una gran ventaja económica teniendo en cuenta los precios actuales del fertilizante.
Los profesionales coinciden en que existen beneficios productivos, económicos y ambientales que trascienden al corto plazo, por ejemplo, aquellos que hacen a la salud del suelo y sus propiedades estables. 
 

Estrategias de manejo y desafíos a futuro
En general, en la región se acude a fechas de siembra más tempranas para aumentar las probabilidades de capturar agua durante el ciclo del CS. Sin embargo, la disponibilidad de semillas en esa época es una limitante y no siempre está asegurada, remarcó Rojas.
El ajuste del consumo de agua también puede regularse con la fecha de terminación del CS, realizándose cuando se reanudan las precipitaciones de la zona. Luego, “durante el período comprendido entre el secado del CS y el cultivo de renta será importante cuidar la cobertura para aprovechar al máximo todos los beneficios”, recomendó Mariano Bonsignor, de Oscar Peman Semillas.
“Para la próxima campaña se espera costo hídrico para esta zona, pero las ventajas que aportan los CS con las raíces permitirán una recuperación del perfil por aumento de la infiltración, mayor captura y mejor almacenamiento de las lluvias venideras”, explicó Prieto Angueira. Como estrategia complementaria para asegurar buena humedad y disponibilidad de nutrientes en la implantación del cultivo posterior, se puede retrasar su fecha de siembra. 
“El norte del país tiene una gran oportunidad para seguir creciendo en la adopción y manejo de CS, ya que hay un nicho disponible en cuanto a cultivos de invierno que se traduce en aproximadamente un 70% de la superficie cultivada”, precisó. Los desafíos están en lograr y asegurar semilla local de materiales adaptados, ajustar la forma, fechas y densidad de siembra y técnicas de manejo, incluyendo diversidad de especies y mezclas. Para ello, “los productores se pueden asociar para generar sus propias experiencias y contagiarse entre ‘vecinos’ para adoptar la práctica de manejo en sus rotaciones”, concluyeron los especialistas.



Fuente:

Este Artculo pertenece a Revista Amanecer Rural. Edicion .








Noticias Relacionadas