TECNOLOGÍA DE PRODUCCIÓN Y MANEJO POROTO CAUPÍ

La tecnología de producción del poroto caupí, al inicio de los trabajos en este tema, no estaba sistematizada en la región. Si bien se disponía de un resumen de las experiencias de los productores (épocas de siembra, densidades de siembra, etc.), se carecía de un paquete técnico completo.


amanecer rural

MATERIALES
 Los trabajos de investigación realizados (ensayos y selección de materiales regionales), se hicieron casi todos ellos con poblaciones regionales de hábito de crecimiento indeterminado y porte semi-erecto.
 En el crecimiento indeterminado el tallo principal no florece y sigue creciendo indefinidamente, llegando a más de 5,0 m de longitud, entreverándose con otras plantas en el cultivo. El porte semi-erecto se caracteriza porque los tallos secundarios, o guías, tienen crecimiento horizontal, paralelo al suelo, pudiendo llegar a más de 3,0 m de longitud, y pudiendo cargar órganos reproductivo. Todo esto conforma una planta muy voluminosa. 
Estos son materiales adecuados al manejo en densidades de siembras bajas, con un ciclo relativamente largo, que por su porte tienen buena competencia con las malezas, por sombreado,
en particular a partir de los 35 a 45 días después de sembrados. Estos materiales se adaptan muy bien al manejo que hacen los productores en pequeña escala, con siembras y cosechas
escalonadas, siendo esta última operación, de tipo manual. 
En el crecimiento determinado, el tallo principal y las ramificaciones terminan en flores y
no siguen creciendo indefinidamente. El porte erecto se caracteriza, además, porque los tallos
secundarios, o guías, tienen crecimiento vertical en lugar de horizontal. Todo esto conforma una
planta más compacta y de menor volumen.
 Los materiales de hábito de crecimiento determinado y porte erecto, más adaptados a
cosecha mecánica y altas densidades de siembra, serían los más adecuados para el sector de
productores medianos, donde la superficie sembrada sería mucho más alta, siendo la cosecha manual económicamente inviable. Materiales de las características nombradas deberían introducirse desde Brasil u otros países. 

TRATAMIENTO DE LA SEMILLA E INOCULACIÓN
 Siendo el caupí una leguminosa tiene la capacidad de fijar nitrógeno atmosférico en forma simbiótica con bacterias del suelo del género Bradyrhizobium. La inoculación con estas bacterias asegura la nodulación de la planta y el abastecimiento de sus necesidades en este elemento fundamental. Al mismo tiempo, queda un remanente en el suelo que es aprovechado por el cultivo subsiguiente, situación que es mucho más importante en manejos como abono verde de
verano.
 El caupí es reconocido por su plasticidad para utilizar diferentes géneros de bacterias nodulantes, que normalmente viven en el suelo. No obstante, la inoculación con las bacterias específicas aseguraría la efectividad y eficiencia del proceso de nodulación y fijación biológica de nitrógeno atmosférico.
 En todos los casos, previo a la siembra, la semilla debe ser tratada con un curasemilla (en nuestro caso se usó Flow 25, a razón de 200 cc.100 kg de semilla-1) e inoculada con Bradyrhizobium japonicum. El inoculante, vehiculizado en turba, fue adquirido al Instituto Agrotécnico del Nordeste (UNNE), y se utilizó a una dosis doble (1 bolsita de inoculante/25 kg
semilla) a la recomendada. Se utilizó esta dosis de inoculante porque en ese lote nunca se había sembrado caupí, y, en experiencias anteriores, la dosis doble había funcionado mejor que la simple, respecto a la cantidad de nódulos observables en raíces, bajo esas condiciones.
 El tratamiento de la semilla y la inoculación se hicieron siguiendo las prácticas habituales recomendadas para estos casos. 

SIEMBRA. EPOCA Y DENSIDAD
 Dado el ciclo del caupí, de alrededor de 90 a 120 días entre siembra y fin de cosecha, su época de siembra en la región es amplia. En el norte de la región (Formosa) se puede iniciar su
siembra en el mes de agosto, mientras que en el sur (norte de Santa Fe) probablemente deberá iniciarse a mediados o fin de octubre, pues requiere alrededor de 18º C de temperatura de suelo, estabilizada, para germinar sin inconvenientes. En este factor el caupí, también, se asemeja al algodón.
 En el período comprendido entre la primavera y el otoño de la región, pueden hacerse, entonces, varias siembras, siendo la última época de siembra alrededor de principios de enero
(para la zona sur) y fines de febrero (para la zona norte). La posibilidad, a nivel regional, de poder sembrar en un período amplio, asegura la instalación y producción del cultivo en la
mayoría de las campañas. 
Las densidades más bajas ensayadas (33.300 pl.ha-1) no se diferenciaron mayormente de las más altas (75.000 pl.ha-1), en el rendimiento de granos comerciales. No obstante, la población
de caupí denominada San Francisco Común, ha mostrado una mejor adaptación a las densidades altas, que las poblaciones de Colorado y Crema. Los rendimientos medios obtenidos de granos
comerciales oscilaron entre 1.500 y 2.500 kg.ha-1.
La menor densidad de siembra fue hecha, en todos los casos, en líneos a 1,0 m de distancia entre sí, con distancias entre plantas de 0,3 m dentro del líneo. Cuando se utilizó una distancia entre líneos de 0,9 m, se notó una afectación bastante acentuada del cultivo debido a las pasadas de la primera cosecha manual, reduciendo su capacidad de rebrote y la obtención de una segunda cosecha de buen volumen.
 No obstante, en estos ensayos, el caupí se ha caracterizado por permitir una segunda  cosecha de alta productividad, en caso de que falle la primera cosecha, mostrando una plasticidad muy similar a la del algodón.  

CICLO DEL CAUPÍ
La duración del ciclo está influida por el material, la época de siembra y las condiciones climáticas durante su crecimiento y desarrollo.
 En forma general el ciclo se puede dividir en cuatro fases: inicial, de crecimiento, reproductiva y final.
 La fase inicial abarca hasta unos 15 días después de la siembra (DDS). El cultivo tiene un crecimiento lento, no cubre el terreno y es la etapa donde los ataques de insectos son muy dañinos (gusanos cortadores y Vaquita de San Antonio). Es por ello que el cultivo debe ser protegido en estas circunstancias, si se presentan estos ataques. Asimismo, es la fase donde su
capacidad de competencia con las malezas es menor, por lo cual debe ser carpido y cultivado. 
La fase de crecimiento, en general, ocupa desde los 15 DDS hasta cerca de los 35 a 40 DDS, según el material y las condiciones climáticas de la campaña. En esta fase el crecimiento comienza a ser más rápido, se incrementa el área foliar, la altura y el tamaño de la planta, llegando a cubrir mejor el suelo entre los líneos. Hacia la finalización de la fase, las ramificaciones laterales o guías se hacen bien visibles, al igual que el tallo principal, que se ubica por encima de la planta.
 Alrededor de los 15 a 25 DDS se hace el raleo (dejando una planta cada 0,3 m dentro del líneo, para dejar una densidad de 33.300 pl.ha-1) y la primera carpida, para evitar competencia de malezas de hoja ancha, básicamente. 
La mortandad de plántulas y plantas por ataque de hongos patógenos, puede llegar hasta los 30 DDS. Estos ataques reducen la densidad de plantación, pero no han sido un problema importante en todo el tiempo de estudio, aunque condiciones húmedas los favorecen.  Hacia el fin de esta fase las ramificaciones laterales (guías) son visibles, el tallo principal crece por encima de la parte superior de la planta y comienzan a aparecer los primordios florales.
Estos, en general, están ubicados a partir del cuarto o quinto nudo del tallo principal. El cultivo todavía no alcanza a cubrir el 50% de la superficie del terreno, pero dentro del líneo, ya se ve favorecido el control de malezas por competencia.  En la fase reproductiva, los primordios florales aparecen en las axilas de las ramificaciones, siendo pequeños inicialmente, pero fácilmente visibles, y con un escaso crecimiento del pedúnculo. Este crece posteriormente en forma pronunciada hasta más de 35 a 40 cm, haciendo visible la flor en la parte superior de la planta. 
Las flores se hacen visibles en el cultivo, al principio entre el follaje de la planta y posteriormente, encima del follaje, en particular en materiales que luego presentan la característica de chauchas arriba de la canopia. El período de floración se extiende por cerca de 45 a 60 días, según época de siembra, material y condiciones climáticas. 
Entre flor totalmente abierta (antesis) y marchitamiento y caída de la corola, no transcurren más de 24 horas. El cáliz es persistente y la chaucha pequeña es fácilmente visible.  El ciclo entre floración y formación de chaucha madura es de alrededor de 18 a 22 días, también según época de siembra, material y condiciones climáticas.
 En esta fase el cultivo cubre totalmente el terreno y debe ser protegido contra el ataque de gorgojo de la semilla (Callososbruchus).  En la fase final del cultivo, las chauchas maduran y queda en condiciones de realizarse la primera cosecha, que usualmente consiste en dos pasadas: primera y segunda. Luego, también según época de siembra, material y condiciones climáticas, se puede producir un rebrote, el que da lugar a la segunda cosecha. En años donde la primera cosecha no es buena, el rebrote puede dar una segunda cosecha de suma importancia. Otra característica que asemeja al caupí con el algodón



Fuente: Ing. Agr. (MSc-PhD) Pedro Luis Jover INTA-EEA Colonia Benítez-Chaco







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