Dios no atiende solamente en Silicon Valley: la oportunidad histórica del Agtech en Latinoamérica

El Agtech es una enorme oportunidad, para que el sector agropecuario no solo capture el valor generado por los alimentos, sino también capitalice el talento de esta nueva generación de emprendedores de cada pueblo y cada ciudad de la región. Estar en la vanguardia de una innovación distribuida y de primer nivel, depende de nosotros.


amanecer rural
Dios no atiende solamente en Silicon Valley: la oportunidad histórica del Agtech en Latinoamérica


La forma de participar de este desafío y, a la vez, de esta oportunidad de negocio, es entender lo que se viene y ser parte. Para ello, es indispensable desarrollar lazos comunitarios: que los agrónomos se junten con los tecnólogos, los biotecnólogos con la gente de negocios, los dueños de campo con los emprendedores, y estos ayuden y reclamen a las universidades e instituciones especializadas que faciliten el desarrollo de ecosistemas. Todos los jugadores involucrados nos tenemos que dar cuenta de este cambio de paradigma. La verticalidad y la centralidad están siendo reemplazados por nuevas reglas de entendimiento más similares a un rizoma donde nadie sabe muy bien por donde va a crecer.  

Un "ecosistema agtech" es una comunidad con un objetivo y un lenguaje común, con reglas de entendimiento que permiten acoplar esfuerzos a través de integraciones de expertos en procesos digitales, o de desarrollos científicos donde cada especialista aporta. En la práctica puede ser a través de un API, a distintas plataformas agregadoras. Para entender esta nueva dinámica, es necesario que los distintos jugadores entiendan su rol: emprendores, inversores, universidades.
 
Hoy en Latinoamérica se pueden ver ecosistemas como los de Piracicaba y Rosario como líderes en la región ya que picaron en punta, pero vienen atrás, sin pausa, otros como Rio Cuarto, Cuiabá, Londrina, Uberlandia, Marcos Juárez, Pergamino, Santiago de Chile, Montevideo, Medellín, etc. 

Crecimiento de Venture Capital: Hoy Dios no atiende solamente en Silicon Valley 

Hasta ahora la centralidad y verticalidad, regulaba el mundo de los negocios de innovación y alto riesgo, también conocido como Venture Capital (VC). En el siguiente gráfico, se puede ver perfectamente cómo en los últimos cinco años el volumen de inversiones pasó de ser cercano a los 70 millones en 2014 a niveles de 250 millones de dólares, lo que significa un crecimiento de casi cuatro veces en poco tiempo. Cuando uno ve el porcentaje que se realizó en Estados Unidos (Figura 1) y cuanto en el resto del mundo puede empezar a sospechar que estamos frente a un importante cambio de paradigma. Se está generando una nueva industria a nivel mundial.

Figura 1 – En gris representa USA y rojo resto del mundo. Fuente National Venture Capital Association 

Siguiendo con esa línea, se puede analizar qué está pasando con el Venture Capital en general en Latinoamérica. Nuevamente nos encontramos con un crecimiento exponencial en los últimos cinco años, que está dado por rondas de mayor volumen de inversión en empresas tipo Rappi en 2019.

En la figura 2, el gráfico de LAVCA (Latin American Venture Capital Association), que representa las inversiones VC en América Latina termina en 2018 y no incluye un 2019, que tuvo un altísimo volumen de inversión. Esto significa que el crecimiento continúa, destacando una fuerte concentración en Brasil. Si se calcula la participación del PBI de Latinoamérica con su desarrollo del Venture Capital, la proyección de crecimiento daría más de $10bn. 

La disrupción en el agro 

En la Figura 3, se puede ver que la agricultura es una de las industrias más importantes del mundo. Si bien en el gráfico que adjuntamos se ubica en sexto lugar, la diferencia con los cuatro anteriores es mínima. Si se analiza cada uno de los sectores de la economía, el único que tiene ausencia de su “Netflix” o “Amazon” es el agro. Pero hoy existen jugadores a nivel mundial que están generando una disrupción más profunda de lo que detecta el radar.  

 

Los grandes jugadores mundiales están empezando a alinear posiciones con jugadores de tecnología, logística, bancos y fondos soberanos para lograr una trazabilidad a nivel de detalle que asegure que el producto que llega al consumidor fue producido respetando las mejores prácticas agrícolas, de forma sustentable. Esto debería permitir mejoras en logística, uso de recursos, preservación de suelos, pero principalmente, daría la posibilidad de acceder a mejores seguros, productos financieros, mercados más sofisticados asegurando planes de negocios consistente a largo plazo.  

Toda esta disrupción tiene como principal directriz un cambio sistémico que requiere nuevas capacidades, no sólo a los productores agropecuarios, sino también a sus proveedores de servicios, de productos y a su cadena de valor en general. Estos cambios ya se han producido en otros verticales desde principios de siglo con el advenimiento del internet y los negocios digitales. Muchos de estos modelos no se acercaron rápidamente al agro, entiendo que puede haber sido porque estuvieron con otros verticales donde, claramente, la adopción de estas tecnologías tenía un impacto con mayor visibilidad en la ecuación económica. En el año 2015, (Figura 4) la consultora McKinsey catalogaba al agro como el sector con menor adopción digital del mundo.

Este cambio ya se estuvo materializando en los últimos años, por un lado, hay un fuerte crecimiento de startups a nivel mundial que están mirando este sector con mucho entusiasmo. Los emprendedores se están asociando y entendiendo cada vez más como es el protocolo del Venture Capital. Estamos frente a una industria naciente como el agtech, pero frente a otra de expansión exponencial como el VC en el mundo. Otro de los cambios que trajo el internet, fue lo que en la industria automotriz se dio hace varios años atrás, el ensamblado de soluciones. En esta industria se llama la economía API, esto es, la forma de comunicarse en la nube con distintos sistemas corporativos. La economía API amplía la oferta de soluciones y permite a los técnicos, científicos y demás genios, distribuir su producto a través de plataformas globales que le permiten ampliar de forma considerable el alcance comercial.

Por otro lado, en el mundo existe un segundo jugador muy importante que seria el inversor corporativo (corporate VC), ellos mueven un porcentaje considerable del VC mundial, pero es un gran ausente en Latinoamérica. Hay algunos esfuerzos que están empezando a mostrarse, pero, claramente, es un tema para desarrollar en estás geografías.  

Startups, inversores, corporaciones, especialistas son condiciones necesarias, pero no suficientes para hacer un gran mercado de agtech. Sin dudas el principal ausente es el productor agropecuario.  

Consultoras como Boston Consulting Group (figura 5) publicaron hace poco su visión hacia 2030, y es en esa mirada donde comienza a aparecer el agtech como un jugador de relevancia. Aparecen esa lista de “jugadores”: el Fintech, la nanotecnología, la robótica, el big data y la ciberseguridad, lista a la cual se puede sumar perfectamente al vertical agfoodtech. La potencialidad es enorme si podemos terminar de generar un ecosistema con todos los jugadores en la cancha.

Latinoamérica como jugador relevante 

Cuando recorremos el mundo agtech, encontramos que la región está muy presente en temas de innovación, gracias a su talento y, principalmente, por las grandes disrupciones que se desarrollaron en el continente. Cuando escuchamos inversores de la India, del Corn Belt o de Europa hablando con admiración sobre la región, es clave entender que no sólo hay talento sino también relevancia económica.

El 13% del comercio agrícola, 23% de la tierra arable, 31% del agua fresca, y 23% de las forestaciones son algunos de los datos que la firma Valoral, en su paper “Land of Promises” (Figura 6), muestra, claramente, que la región es relevante ya que lidera la producción y exportación de muchos de los cultivos a nivel mundial, y si bien ha generado disrupciones de peso, no existe hoy una noción acabada de la oportunidad de liderar innovaciones en áreas relacionadas con este nivel de producción.

Podríamos ser el Silicon Valley o el Israel del Agro ¿Qué nos está faltando? 

En su libro Homo Deus, Harari nos cuenta que el mundo va a tener dos grandes ejes: la biotecnología y la inteligencia artificial. Podemos hablar mucho sobre las capacidades científicas y técnicas de nuestra región, pero no podemos dejar de decir que la innovación necesaria en ambas disciplinas es sistémica. Esto quiere decir que probablemente no vaya a haber una sola solución que genere un cambio de época, sino una serie de mejoras que nos permitan producir de una manera sustentable y escalable para alimentar a un mundo que crece día a día.  

Estadísticas de inversiones nos muestran no sólo que hay oportunidad en la innovación dentro del sector, sino también que, a nivel mundial, somos los últimos en adopción de tecnología. Tenemos una oportunidad histórica para cambiar esta realidad y una vez más ser pioneros en generar cambios relevantes y liderarlos. Así sucedió con la siembra directa, pero eso ya pasó, es hora de volver a picar en punta y promover el cambio de la producción agropecuaria desde adentro.

¿Cuál sería en este contexto el rol de los productores y asesores agropecuarios? 

Considerando que el sector históricamente ha adoptado rápidamente tecnologías como la siembra directa, la biotecnología, el uso de silo bolsas o maquinarias cada vez más complejas, cuesta comprender porque no se transitan, con el mismo entusiasmo, procesos de adopción de digitalización.  

Nuestro país ha llegado a ser uno de los principales productores de alimentos del mundo y la agricultura ha tenido un crecimiento importantísimo, en gran parte, debido a una acelerada adopción y adaptación de tecnología de punta.  

Por otro lado, el talento creativo argentino, reconocido mundialmente, se ha exportado de formas antes inimaginables: agencias de comunicación digital, desarrolladores de modelos algorítmicos que permiten predecir comportamientos, distribución de oportunidades comerciales de forma hiperpersonalizada. El conocimiento es el tercer rubro más importante en exportación de Argentina, luego del sector agropecuario y automotriz. Se ha generado una oferta de talento de primer nivel que satisface la demanda de empresas de “big data”. Ingenieros Argentinos, que, desde su oficina o su casa, desarrollan (algunos en pantuflas) inteligencia comercial de nivel internacional atendiendo mercados distantes como Estados Unidos, la India o Brasil. 

Existe una oportunidad gigante de desarrollar procesos de negocio agropecuarios apalancados en tecnología: acercando el campo al conocimiento, consensuando visión y contexto, utilizando un lenguaje común y desarrollando habilidades. Es indispensable trabajar en red, desde la nube, con servidores y algoritmos que hagan “hablar” a los datos para convertirlos en información valiosa que permitan tomar mejores decisiones en tiempo y forma. 

Aún con instituciones que nuclean productores como AACREA y Aapresid, y que fomentan estos procesos de innovación, no se está generando el boom que sería esperable si estuviéramos en la época de aquellos pioneros que fundaron ambas instituciones: líderes y visionarios que se adelantaron a la región y al mundo en muchos casos. 

Estamos ante una oportunidad histórica. El ecosistema agtech está activo y creciendo: startups, inversores, corporaciones y especialistas están generando tecnología para el sector agropecuario y el principal ausente es el productor agropecuario. Es tiempo de unir fuerzas, interactuar y ser parte del mundo agropecuario que se viene.

 



Fuente: Bolsa de Comercio de Rosario







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