El único motor que acelera en el pantano de la recesión

El agro es un motor que sigue trabajando al tope de sus revoluciones. Se refleja en el ritmo de actividad que exhibe el mercado para la cosecha 2020/21, de la cual aún no se ha producido un solo grano.


amanecer rural

En abril pasado, cuando la cuarentena comenzaba a tomar cuerpo, la economía argentina cumplió dos años de recesión. Desde que se desató la crisis, no hay indicador que no refleje el impacto del retroceso. En 2018, el producto interno bruto (PIB) cayó un 2,5 por ciento, y el año pasado, 2,2 por ciento.

El sector industrial cayó cinco por ciento en 2018 y se derrumbó un 6,4 por ciento al año siguiente. En ese contexto, el índice de precios al consumidor creció 47,6 por ciento en 2018 y se aceleró al 53,8 por ciento en 2019.

En dos años de recesión, la tasa de pobreza se disparó casi 10 puntos porcentuales, hasta tocar el 35,5 por ciento en el segundo semestre de 2019.

Con ese lastre sobre las espaldas, los impulsores de la actividad económica siguieron desacelerándose durante los meses del aislamiento, lo que agravó aún más la situación de todos los indicadores macroeconómicos y sociales.

La excepción

El único motor que no ha sufrido los efectos del freno impuesto por la recesión fue el agro. Su desempeño creciente en el comercio exterior durante los últimos tres años avala esa afirmación.

En los primeros siete meses de 2018, la exportación de granos (cereales y oleaginosas), harinas y aceites vegetales fue de 45,2 millones de toneladas, a raíz de una cosecha afectada por la sequía de 112 millones de toneladas.

Entre enero y julio de 2019, la generación de divisas se apoyó en el envío al exterior de 54,5 millones de toneladas de productos agropecuarios –20,5 por ciento más que en relación con igual período de 2018–, estimulada por cosecha nacional récord: 146,9 millones de toneladas.

Hasta el mes pasado, la venta al exterior de granos y subproductos oleaginosos en lo que va del año trepó hasta 61,10 millones de toneladas, 12 por ciento más que en el mismo período de 2019; incluso con una cosecha menor, proyectada en alrededor de 131 millones de toneladas.

En definitiva, desde que arrancó la recesión, las ventas del complejo granario crecieron 35 por ciento.

Sin freno

Hasta comienzos de agosto ya se llevaba vendido de la cosecha 2019/2020 más del 60 por ciento de la producción de maíz, estimada en 51,5 millones de toneladas. Un desempeño casi 10 puntos más que el promedio de las últimas cinco campañas.

Las cadenas agroalimentarias producen uno de cada 10 pesos del PIB, según la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (Fada).

El sector primario es el mayor aportante de recursos –60 por ciento–, por sobre las manufacturas de origen agropecuaria (MOA), que aportan el resto.

Se trata de un motor que sigue trabajando al tope de sus revoluciones. Se refleja en el ritmo de actividad que exhibe el mercado para la cosecha 2020/21, de la cual aún no se ha producido un solo grano.

A pesar de la incertidumbre que genera el clima de cara a la próxima campaña triguera, la comercialización del cereal no descansa y, según la Bolsa de Comercio de Rosario, mantiene un ritmo superior al que exhibía un año atrás y por encima del promedio de los últimos cinco años. Según datos oficiales, los molinos y la exportación ya adquirieron de manera anticipada 3,6 millones de toneladas.

El maíz 2020/2021 es otro de los productos que crece en negocios. Según los economistas de la bolsa rosarina Emilce Terré y Javier Treboux, el sector exportador registra a la fecha el mayor volumen de declaraciones juradas de ventas al exterior del cereal de la historia.

En la actualidad, ya se llevan vendidos 2,8 millones de toneladas del cereal para embarques a partir de marzo próximo, un 10 por ciento por encima del ciclo agrícola anterior. Si hay recesión, la idea es que no se note.

La economía lleva más de 24 meses de caída. En ese período, la exportación agrícola creció 35%.



Fuente: Alejandro Rollán







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