Industria molinera argentina: un año bisagra para volver al ruedo

Más de 150 empresas molineras creadas en Argentina, en condiciones de exportar, pueden abastecer a más del doble del consumo promedio nacional.


amanecer rural

Una de cal y otra de arena para la industria molinera argentina. Aumentó la exportación del primer eslabón de la cadena, el trigo, alcanzando el récord de los últimos 30 años; el segundo eslabón, la harina, ha ganado el combate a la informalidad a través de la implementación de los controladores electrónicos. En contraparte, en el último trimestre del 2018 le reimplantaron los derechos de exportación, planteando un nuevo desafío para que la industria molinera argentina sea competitiva.

La industria molinera comienza el 2019 con “un sin sabor”, lo califica Diego Cifarelli con más de 22 años de experiencia en el sector, de los cuales los últimos 7 años se viene desempeñando como presidente de la Federación Argentina de la Industria Molinera (FAIM) :“Es un año bisagra en la industria molinera por el combate a la informalidad, a la queel gobierno ha decidido poner punto final a través de la Dirección Nacional de Control Agropecuario. Es un sector que tenía una cadena con una evasión de más de 10 mil millones de pesos anuales, entonces creo que es muy bueno para la formalización de la economía”, declaró.

Para el referente de FAIM “el punto neurálgico es la destrucción de las exportaciones a partir de la implantación de los derechos de exportación”. En los últimos años, a partir de 2015, la industria molinera se posicionó a nivel mundial, pero a partir de septiembre 2018 que se reimplantaron los derechos. Cifarelli afirma que hay que pensar otra estrategia para volver a tener competitividad. “Estamos en diálogo con los funcionarios buscando la viabilidad del sector, pero sabemos que ningún sector agroindustrial si hoy quiere brillar puede mirar puertas adentro. Para brillar en este país hay que mirar de cara al exterior”, ratificó.

Cifarelli es licenciado en Comercialización, con una maestría en Gestión y Negocios en la Escuela de Madrid, miembro del Comité Ejecutivo de COPAL, directorio de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, directorio de MATBA y directorio de la Cámara Arbitraria.

Mediante el diálogo que mantiene con diferentes actores de la industria, el presidente de FAIM reconoce que en este contexto “se hace difícil para las empresas abordar inversiones, o el día a día, con las tasas de interés y con la presión tributaria que tenemos en nuestro país, donde el empresariado ajustó para poder seguir con las persianas levantadas. Incluso tenemos un consumo retraído que esperamos que comience a darse vuelta y no estemos tocando fondo”.

En términos más precisos, Cifarelli indicó que el análisis de este último trimestre da un 28 por ciento por debajo de 2017 y lo ejemplificó “10 o 20 dólares determinan que el cliente compre trigo o harina y también 10 o 20 dolares te permiten ser competitivos contra Turquía o no. Es ilógico pagar más derechos de exportación por una tonelada de harina que por una tonelada de trigo”.

La tecnología en la molinería
La Secretaría de Gobierno de Agroindustria, a través de la Dirección Nacional de Control Comercial, dispuso durante el 2018 la implementación de los Controladores Electrónicos de Molienda de Trigo (CEMT) mediante el art. 12 de la Ley 25.345, en reemplazo de los caudalímetros. Se registraron 158 plantas, el 93 por ciento del total de los molinos en actividad, que respondieron favorablemente a esta medida que posibilita la transmisión on-line de la molienda, cámaras de seguridad y medidores del consumo eléctrico, supervisada mediante un Centro de Monitoreo para su análisis.

Haciendo referencia a ello, el presidente de FAIM mencionó “Si bien la tecnología en la molinería ha avanzado todavía, no es determinante para la diferenciación de los costos en las empresas y para diferenciarnos del resto del mundo. Para ser competitivos el diferencial lo marcan los costos FOB y la adquisición del trigo, ser un país productor”.

Preparados para seguir creciendo en el mundo
El máximo representante del sector molinero indicó que “este sector fue uno de los primeros que se ilusionó y se sigue ilusionando con el mensaje del presidente de ser el supermercado del mundo y tiene la obligación de serlo. La molinería está dentro de los primeros 5 que puede tener ese vigor.”

En su opinión, no perdieron las esperanzas de poder recuperar un mercado que Argentina tuvo y para ello “necesitamos darle certeza al trigo que nos dio el productor no sólo exportando trigo sino harina, pastas o congelados, ya que la cadena continúa”.

El sector molinero nuclea a más de 150 empresas, más de la mitad supera los 100 años de existencia, y el 100 por ciento son de capitales nacionales, de las cuales el 95 son PyMES. Algunas se han ramificado para otras producciones, como pastas, congelados o galletitas, y otras son monoproductoras. La particularidad es que más de 100 empresas están en condiciones de exportar, fuera de lo común respecto a otros sectores agroindustriales.

Asimismo, Cifarelli expresó que tenemos un mercado saturado de productividad donde es necesario darle lugar a la exportación para darle certeza a la industrias que ya están instaladas. “Hoy con las empresas que hay radicadas en el país se pueden abastecer dos Argentinas y media, estando a menos de un 50 por ciento del aprovechamiento de la capacidad, si decimos que molemos menos de 6 millones y tenemos capacidad para 13 millones y medio de toneladas, estamos menos del 50 por ciento de esa capacidad y es claro que el mercado es el mundo porque más Argentina no va a consumir”.

P�r la coyuntura de la competitividad las exportaciones están destinadas a países limítrofes con un 50 por ciento de exportaciones a Brasil, 45 por ciento a Bolivia y 5 por ciento entre Chile y contenedores a Centroamérica.

“En algún momento fuimos muy competitivos y nuestros destinos son África y el sudeste asiático donde deberíamos competir con los mas grandes exportadores de harina que están más cerca de esos mercados como Turquía y Kazajstán. En 2018 estuvimos cerca de las 5 millones 700 mil toneladas de trigo molido, de las cuales 700 se fueron para exportación y 4 millones 800 para el mercado interno”, declara.

¿Qué tipos de harinas consumimos?
El mayor consumo a nivel mundial es de harina triple cero, entre el 65 y 70 por ciento porque el consumo está en los panificados, según detalló el presidente de FAIM. Hace 20 años se fabricaban tres tipos de harina, una cuatro ceros para panadería, triple ceros para pastas y una harina tapera para pastas frescas; con el pasar de los años a medida que la demanda al consumidor se amplió, empezamos a encontrar que los molinos realizan harinas netamente especiales con distintas calidades y puede hacer veinte tipos de harinas diferentes.

En cuanto a la polémica por el consumo de harinas, el referente de la industria aclaró que hay que saber separar el celiaquismo (una persona que no puede consumir gluten) de las modas de no consumo que no tienen ningún basamento de investigación. La base de la alimentación mediterránea son los hidratos de carbono, entre los que se incluyen las harinas.

Congreso Trigar
Sobre el final, Cifarelli concluyó que para que la situación de la industria molinera sea favorable requiere de análisis inteligente sectorial y las decisiones transversales a todos los sectores, y luego analizar cada sector en particular.  “Confiamos en el diálogo con el Estado para poder visibilizar el potencial de cada sector. El brillo de cada uno de los eslabones hacen que la cadena brille”, subrayó.

Por último, informó con entusiasmo que las bolsas de cereales están organizando el Congreso Trigar para mostrar la fortaleza del trigo al mundo. “Para eso estamos convocando a distintos clientes y futuros consumidores de nuestros productos y entre ellos estamos intentando a través de la Secretaria de Agroindustria y Cancilleria poder llegar a los ministros de Abastecimiento de Egipto, Túnez, Argelia y Marruecos para que vengan a exponer qué tipo de trigo consumen y que esperan a futuro para que Argentina sea un país proveedor”.



Fuente: Carina Labruna







Notas Relacionadas