El centeno toma vuelo y aterriza sobre más hectáreas en Córdoba

Nos vio, nos trajo rápido las semillas y se coló", bromea el productor. La anécdota es toda una pintura de una tendencia que viene creciendo y que ya pasó de ser una mera prueba para convertirse en una práctica consolidada: la siembra aérea de centeno como cultivo de cobertura en el centro y norte de Córdoba.


amanecer rural
El centeno toma vuelo y aterriza sobre más hectáreas en Córdoba


Los campos que siembran los Carignano en la zona de Río Seco son una muestra: "Hace dos años que veníamos probando y este año decidimos sembrar por encima de todos los lotes con maíz", subraya.

Y agrega: "Lo hacemos porque estamos convencidos de que hay que vivir así, de manera amigable con el ambiente. Más allá de los beneficios agronómicos, esto significa aportarle sustentabilidad al sistema".

Según Carignano, el principal beneficio es la evapotranspiración. "En esta zona lo que necesitamos es guardar el agua bajo la tierra. La cobertura con centeno refuerza la infiltración que se logra con los rastrojos de maíz y después te paga la inversión con más quintales en la soja", repasa.

Rastrojos anclados

Este establecimiento forma parte del Grupo Río Seco, coordinado por Pablo Solfanelli. "La idea es retener el rastrojo que queda tras la cosecha entre julio y agosto, para evitar las voladuras que ocurren entre agosto y septiembre, cuando el clima es seco", amplía.

También destaca el aporte orgánico de la práctica: "Se genera más materia seca y raíces, se ayuda al balance de carbono y, por ende, mejora la estructura física de los suelos".

Solfanelli reconoce que el centeno viene creciendo fuerte: el año pasado, las empresas del grupo sembraron alrededor del 20 por ciento de la superficie de maíz con cultivos de cobertura; este año, la cifra trepará hasta un 40 por ciento. El 90 por ciento del total, con centeno. Y casi la totalidad con siembra aérea.

La inversión de esta práctica ronda entre 30 y 50 dólares por hectárea, lo que de movida permite ahorrar un barbecho químico de entre 15 y 20 dólares. "No hay que mirarlo como un gasto sino como una inversión: esos kilos de rastrojo que evitás que se vuelen, son kilos de soja que ganás en el futuro", resume.

Para Solfanelli, las pruebas que se vienen desarrollando en los últimos años han permitido ajustar al máximo las estrategias de cobertura. En el caso del centeno, menciona que han podido determinar que la mejor fecha de siembra es entre el 15 de marzo y el 15 de abril, y siempre intentando captar algún pronóstico de lluvias.

Mauro Libardi, asesor del establecimiento La Quimera, ubicado entre San José de la Dormida y Las Arrias, lo reafirma. Como Carignano, el último fin de semana estuvo con el avión sobrevolando los lotes maiceros, tratando de aprovechar las precipitaciones anunciadas.

"Como las semillas quedan sobre la superficie se necesita una lluvia para que se incorporen al suelo y nazcan. El objetivo es adelantarnos a las condiciones de trilla. Si se quisiera implantar con sembradora luego de la cosecha no nacerían", sintetiza.

Densidades

Libardi también coincide en la ventaja de "anclar" los rastrojos. "La diferencia es sustancial: donde uno no hace cobertura, se vuelan la mitad o más", asegura. Otro punto de coincidencia es el ahorro en barbechos: "El año pasado, en los lotes con cobertura gastamos 12 dólares menos de herbicidas. Mínimo, te ahorrás una aplicación por la supresión de malezas".

Su cálculo es que, para poder fijar los rastrojos, hay que lograr un stand de entre 60 y 70 plantas por metro cuadrado. El éxito dependerá, entre otras cosas, de la densidad de siembra que haya tenido el maíz. "Muchas semillas no llegan al suelo porque caen sobre el maíz. Nosotros arrojamos unos 30 kilos de semillas por hectárea para intentar llegar a 120 plantas por metro cuadrado. Con alta densidad del maíz, serán entre 60 y 80; con menor densidad, entre 80 y 100", detalla.

Para Libardi, el beneficio mayor es en la infiltración. "Llegás a la siembra de soja con menor humedad en superficie pero, cuando llueve en verano, con la cobertura captás mejor el agua. Si caen 60 milímetros, absorbés 45. En un suelo desnudo, solo 15", describe.

Estrategia central

La Quimera es otro ejemplo de expansión del centeno: el año pasado se sembró 10 por ciento del área de maíz; en la nueva campaña, llegarán al 25 por ciento.

Lo mismo un grupo de productores de la zona de Despeñaderos, liderados por el experto del Inta Río Primero, Luis Lanfranconi. En 2019, fueron 17 que sembraron 1.900 hectáreas. Este año, son 30 que implantarán más de 3.500.

"Es tal el crecimiento del centeno que en este momento no se pueden conseguir semillas. Llegó para quedarse", remarca Lanfranconi.

Desde su punto de vista, su principal ventaja es la alelopatía; es decir, la capacidad que tiene de generar reacciones químicas que inhiben la germinación de otras plantas cerca suyo. Por eso es clave para frenar las malezas.

Para lograr entre 90 y 120 plantas por metro cuadrado estima que deben arrojarse entre 35 y 50 kilos por hectárea. Pero más que la cifra, considera fundamental el "peletizado" de las semillas, con el fin de lograr una distribución más uniforme.



Fuente: Agrovoz







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