El paradigma del cuidado y la nueva democracia.

Frente a un contexto de enorme complejidad e incertidumbre, por doceavo año consecutivo, Quo Vadis sigue teniendo más vigencia que nunca para repensar ideas, encontrar respuestas constructivas a los problemas y alcanzar una país justo y federal.


amanecer rural
El paradigma del cuidado y la nueva democracia.


Primeramente March definió a la democracia como un sistema binario el cual promueve la cooperación y la organización entre desconocidos y acceder a consensos de manera pacífica, “de confrontar sin matarse”, disparó. Para eso, un sistema democrático dicta leyes, regula derechos y obligaciones, garantiza un estado social de derecho asegurando el bien común. La democracia es un invento del hombre que ha recibido innovaciones, desde los griegos a la actualidad. La democracia deja de ser un sistema binario para quedar atrapada en la bipolaridad, confrontada por dos estados que la disrrumpen. En ese sentido, el disertante remarcó 3 condiciones para la bipolaridad. La naturalización del daño, “si todos roban yo también” y la necesidad de pertenencia. La falta de condiciones para definir problemas. Gestión de rupturas sin marco ético. También describió dos formas de bipolaridad. Las distorsiones de la democracia bajo el paradigma Estado Social de Derecho y la irrupción del algoritmo. Centrándose en la primera, March enumeró diferentes distorsiones. Primero la distorsión del proyecto, que convierte un proyecto ético de dignidad humana en una asociación ilícita blindada de impunidad. La distorsión del Estado-Nación, un diseño basado en el poder de lo estatal y lo nacional que es superado por el poder concentrado en las grandes corporaciones. La distorsión de la irrupción del cambio que, al no ser considerada, convierte una estructura que debería implementar políticas exponenciales en una burocracia que convierte a los estados en máquinas de impedir. La distorsión de los conceptos genera gobiernos sin Estado, civismo sin ciudadanos, democracia sin demócratas, estado sin estadistas. La distorsión del intelecto, donde se fomenta el modelo competitivo, guerrero, basado en el dinero y el poder, en lugar de la inteligencia altruista. La distorsión evolutiva para crear calidad democrática; el 80% de los países que tenían mejor calidad democrática la población no superaba los 10 millones de habitantes. La distorsión del equilibrio, que provoca que cuando se generan mayorías en pugna minorías dispersas la capacidad de decisión colectiva se diluye y los mecanismos de la democracia quedan cortos. La distorsión de la corrupción, flagelo que desintegra la institucionalidad democrática, somete a la población a la violencia y la impunidad e impide que buena parte de los recursos públicos generen bienestar. La distorsión de la pobreza, cuando orienta los recursos públicos a combatir la pobreza individual. La distorsión de la participación, que ya no es canalizada de manera concentrada para partidos políticos ni actos electorales, sino que a partiera de redes sociales se descentraliza expandiendo la agenda cívica y jaqueando la institucionalidad capturada. La distorsión de la economía se basa en tres ejes centrales: finanzas públicas sin finanzas, políticas económicas sin política, econometría sin economía. La distorsión de la estadística, donde los porcentajes esconden a las personas y el PBI encubre las externalidades negativas de los modelos de desarrollo que terminan generando exclusión social e impactos negativos. El sistema democrático de Siglo XXI se desdobla en una peligrosa bipolaridad, dónde el proyecto ético de Estado Social de Derecho se convierte en un nuevo proyecto de base moral, dónde se imponen algoritmos (conjunto metódico de pasos) que determinan estímulos y autonomía, los cuales definen una institucionalidad excluyente y habilita concentración de recursos y poder. El periodista subrayó algunas condiciones necesarias para innovar la democracia del Siglo XXI. En primer lugar, definir un nuevo significado, fortalecer el componente caórdico (conjuga el caos y la planificación) de la institucionalidad para incidir en el poder difuso, lo cual convertirá a la sociedad civil en un factor de poder, fortalecer sistemas de gobernabilidad global y gobernanza local para el ejercicio de derechos, para desprogramar la obsolescencia programada. En ese camino y reflexionando hacia el final, Carlos March recomendó paciencia, método que institucionaliza la innovación, e institucionalidad, que a diferencia de la planificación que es rígida y egoísta, es plástica y generosa. La institución es caórdica!



Fuente: Aapresid







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