TAMBO ATRACTIVO, ¿UTOPÍA?

La investigación agropecuaria se ha dedicado típicamente a resolver o anticipar problemáticas tecnológicas o productivas. En las últimas décadas tomó vigor en la ciencia la mirada de la sustentabilidad, tanto ambiental como económica. Sin embargo, hoy surge con creciente intensidad una “tercera pata” de la sustentabilidad: el aspecto humano.


amanecer rural

En la producción de leche las personas están en el centro de los procesos. No sólo hay que ser eficiente en el cultivo del suelo sino que, además, hay que saber manejar animales de altos requerimientos y obtener de ellos, dos veces por día, un producto de máxima calidad listo para la industria. No es para cualquiera. 

Producir leche en Uruguay significa, además, levantarse varias horas antes de que salga el sol, salir a la intemperie para traer las vacas del potrero y pasarse varias horas metido en una fosa. Llueva o truene, bajo helada o calor sofocante, sea Navidad o cumpleaños.

Uruguay es líder en el mundo en producción de leche a pasto, uno de los siete principales exportadores y con el costo más competitivo. En los últimos 20 años duplicó su producción, algo que ningún otro competidor logró. Sin embargo, en el camino del crecimiento futuro no todo es certeza.

Está comprobado que el potencial del sistema agroclimático uruguayo permitiría duplicar la producción de forraje por hectárea. Se sabe, también, que los impactos ambientales del crecimiento podrían ser mitigados mediante buenas prácticas ya conocidas. Sin embargo, muy poco sabemos sobre la dimensión social o humana, fundamental para que nos sea posible sustentar este potencial crecimiento. 
Quienes trabajan hoy en el tambo (ya sean dueños o empleados) tienen una forma diferente de ver la realidad. La edad promedio del empleado de tambo es 37 años. Las personas de esta edad o menores, hasta 23 años, son los llamados “Millennials” (Generación Y). Priorizan el tiempo libre y la realización personal por sobre la estabilidad, preeren el trato horizontal buscan desafíos y requieren contención permanente. ¿Querrán trabajar en tambo?

No lo sabemos con certeza, pero tampoco podemos correr el riesgo de enterarnos cuando sea tarde. Cuando se hayan ido a trabajar en la ciudad, de 8 a 17 horas, con aire acondicionado. Algo hay que hacer, porque no hay crecimiento posible sin gente.

Lo primero es tomar consciencia. Lo segundo es hacerse cargo, desde donde nos toque actuar. Quienes estamos en investigación usaremos algunas herramientas conocidas y buscaremos otras nuevas. Desde el terreno conocido, sabemos que es urgente la inversión en infraestructura para permitir ordeñes cortos, rápidos, más confort, reducir el barro en caminería y el estrés animal. Para explorar el terreno menos conocido, nos asociamos con especialistas en nuevas disciplinas. En el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), por ejemplo, comenzamos a trabajar con antropólogos.
Y para adelantarse al futuro, tendremos que investigar sistemas productivos innovadores. Por ejemplo, probando cómo funciona en Uruguay un tambo donde las vacas van a ordeñarse cuando ellas quieren. ¿Para qué? Para que la gente siga trabajando, pero ahora se levante a las 7 y si quiere vuelva a su casa a las 17. El trabajo duro que lo haga un robot. Esto ya es realidad en la Estación Experimental INIA La Estanzuela desde hace seis meses. Los resultados son buenos, pero aún quedan cientos de preguntas por contestar.



Fuente: Ing. Agr. Santiago Fariña







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