El girasol arranca su campaña inmerso en un mar de dudas

El escenario provincial a contrapelo del nacional. El cultivo presenta una recuperación en los últimos cinco años, tanto en área sembrada como en niveles de rendimientos.


amanecer rural

Una vez más, la realidad productiva chaqueña contrasta con la nacional. Claro está, el exceso hídrico hace estragos y la incertidumbre se apodera de los productores que dudan a qué cultivo volcarse para mitigar el gran impacto negativo que generan las inundaciones. Con lotes aun con agua en gran parte de la geografía provincial, la fecha óptima de siembra del girasol ese que genera ingresos frescos hacia fin de año- se acerca y aún no están dadas las condiciones para echar la semilla a la tierra.

Pero el contraste a nivel nacional dice presente una vez más. Es que el girasol recupera terreno y va por más, ya que en los últimos cinco años el cultivo ha iniciado una recuperación tanto en la cantidad de área sembrada como en niveles de rendimiento. Esa realidad, hasta la campaña pasada quedó manifestada en el Chaco, obstruida en esta temporada 2019-2020 que está por comenzar.

El girasol arranca su campaña en esta parte del país, mientras las previsiones no son las esperadas tanto por productores como funcionarios provinciales. La estimación que se manejan desde esferas oficiales relevadas por delegados del Ministerio de Producción- ronda las 190 mil hectáreas, mientras en la campaña pasada el área de siembra en el Chaco alcanzó las 450 mil hectáreas.

 

Las dudas

La gran duda planteada a esta época del año es a qué cultivo se va a volcar el productor. Y la fundamentación a este interrogante es por demás de clara: la siembra de girasol arranca por estos días y durante todo agosto. Incluso, en esta campaña es posible que arranque más temprano porque no se esperan condiciones de frio.

“A la fecha, tenemos relevado menos de la mitad del año pasado: 190 mil hectáreas”, advierten desde el gobierno provincial. Es que en le temporada pasada el área de siembra superó las 450 mil hectáreas. “Estamos advirtiendo una fuerte caída en el girasol. El que siembra en julio prepara los lotes en febrero y marzo, y esa etapa previa no se pudo hacer porque estábamos en plena inundación”, agregan con poco entusiasmo.

Esta realidad está indicando que “a las alternativas de invierno (trigo y girasol) el productor no las va a poder cumplir”. “Se van a ir a los cultivos de verano (algodón, soja y maíz), pero el productor va a tener un año largo para que le ingrese dinero a sus bolsillos, ya que van a cosechar recién en mayo del año que viene. Para los cultivos de invierno el panorama es gris. Más allá del interrogante que genera el girasol”, finalizan.

El panorama nacional

Con una demanda global de aceite de girasol que va en constante aumento y un virtual estancamiento productivo de Ucrania (el máximo exportador mundial del cultivo), las oportunidades que se abren para el negocio del girasol en Argentina son inmensas. Con ese as bajo la manga se desarrolló ayer el Séptimo Congreso Argentino de Girasol en la sede de la UCA de Puerto Madero, donde se desplegaron las chances de mejorar la inserción del girasol argentino en el mundo.

La Argentina tiene capacidad para cubrir el 16% del incremento proyectado en la demanda mundial de grano de girasol, estimado para los próximos cinco años en 5,13 millones de toneladas. Sin embargo, para lograr ese objetivo se necesita que el cultivo gane mayor terreno en el área agrícola, una tendencia que se ha venido reflejando en los últimos cinco años. Desde la eliminación de las retenciones en el 2015 (luego reinstaladas), el girasol ha experimentado un crecimiento en cantidad de hectáreas sembradas que lo volvieron a posicionar en el mapa de las rotaciones.

 

Casi dos millones de hectáreas

Según un informe elaborado por la Dirección de Estudios Económicos de la Bolsa de Cereales de Bahía Blanca, se observa que la superficie sembrada de girasol creció un 46% si se comparan los resultados de la última campaña con el ciclo 2014/15. De esta manera, el área sembrada pasó de 1.300.000 hectáreas a las 1.900.000 hectáreas actuales. Y si se hiciera un promedio de las últimas tres campañas, el nuevo status de área quedaría establecido en torno a 1.780.000 hectáreas, una cifra que aunque todavía está muy lejos de los promedios históricos, es un número que muestra una franca recuperación y una tendencia ascendente respecto a la última década.

La mayor parte de este incremento en el área sembrada de girasol lo aportan principalmente dos regiones: el NEA y el norte y centro de Santa Fe. El 82,5% de esas 600 mil hectáreas anexadas al girasol en los últimos cuatro años corresponden a esa zona; mientras que el sudeste y sudoeste de Buenos Aires, dos de las regiones girasoleras más representativas del país, no han tenido variaciones significativas. Por un lado, el centro y norte de Santa Fe destinaba 90 mil hectáreas al cultivo en la campaña 2014/15. Y al cabo de cuatro años, esa cantidad se triplicó y ahora hay más de 280 mil hectáreas dedicadas al girasol.

 

En el Nea

El caso más sorprendente sin embargo se registra en el NEA, donde el cultivo ha tomado vuelo y ha obtenido un crecimiento exponencial: en el 2014 había 135 mil hectáreas sembradas con girasol y en apenas 4 años la superficie destinada al cultivo creció 226%. En la última campaña, con 440 mil hectáreas, el NEA se ha vuelto la región que más área concede al girasol, superando incluso a zonas históricas para el cultivo como el sur de La Pampa y el sudoeste y sudeste de la provincia de Buenos Aires.

En términos de rendimiento, el girasol también ha logrado un salto tecnológico que le ha permitido tener nuevos máximos históricos. El pico se obtuvo en el ciclo 2014/15 con un rinde de 22,2 qq/Ha, con la particularidad de que fue la campaña con menor cantidad de área sembrada en toda la década. En tanto, el rinde promedio en los últimos cinco años se ubica por encima de los 21 qq/Ha, definiéndose así un nuevo status que supera casi en 20% los promedios registrados en la década previa (17,7 qq/Ha).

En el último año, por ejemplo, el rinde alcanzó los 21,3 qq/Ha (un 2,9% más que la campaña previa) y la producción nacional se incrementó un 11,4% respecto al ciclo anterior, arañando un volumen total de 4 millones de toneladas. Si bien se observa variabilidad en las toneladas producidas, a partir de las últimas cinco campañas se vuelve a repetir la tendencia creciente que se registra en otras variables. De esta manera, el girasol posee las condiciones necesarias para iniciar su despegue en la Argentina. Si se eliminan retenciones y se recuperan los reintegros a las exportaciones, la cadena de valor girasolera podría revitalizarse, expandirse a nuevos mercados internacionales y recuperar parte de su historia.



Fuente: Norte Rural







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