02/09/2025. REGIONALES. NEA
De cumplirse las metas, dentro de cinco años, la superficie algodonera podría crecer de 600.000 a 780.000 hectáreas, incluso se podría alcanzar las 800.000 o 900.000 hectáreas
La cadena algodonera argentina se prepara para un salto histórico. Bajo el lema El nuevo camino del algodón, productores, empresas, técnicos y el Estado se alinearon en un proceso de transformación que promete cambiar de raíz la dinámica de este cultivo estratégico del norte. Según dijeron, el objetivo final es colocar a la Argentina como un jugador más fuerte en el mercado global. El programa fija metas ambiciosas de cara a 2030: incrementar un 60% el rendimiento de fibra (pasando de los actuales 650 kilos por hectárea a 1085), ampliar en 30% la superficie sembrada, duplicar la producción nacional de fibra y lograr un aumento superior al 200% en exportaciones, lo que representaría US$726 millones adicionales para el país.
“Estamos en camino hacia un aumento muy importante de la productividad. No estamos en los niveles de Australia, Estados Unidos o Brasil, pero sí tenemos un gap de productividad que nos permite hoy y en poco tiempo apuntar a rendimientos muy superiores”, señaló Pablo Vaquero, presidente de Gensus, durante la presentación de la iniciativa en la Bolsa de Cereales de Buenos Aires. Gensus es una compañía que se dedica a la producción de semillas.
El horizonte no se limita a lo económico. La estrategia incluye un fuerte componente de innovación tecnológica: resistencias a plagas críticas como la lagarta rosada y el picudo algodonero, semillas con bajo contenido de gosipol —con impacto en sustentabilidad y nutrición— y biotecnología aplicada a la genética.
"La articulación público-privada es la base para llegar a este objetivo, con inversión, innovación y nuevas variedades”, afirmó Vaquero
"La articulación público-privada es la base para llegar a este objetivo, con inversión, innovación y nuevas variedades”, afirmó Vaquero
“Desde el manejo hay muchísimo para hacer, pero también mucho para aportar desde la genética. La articulación público-privada es la base para llegar a este objetivo, con inversión, innovación y nuevas variedades”, afirmó Vaquero.
Según el directivo, el 40% del rendimiento futuro dependerá de la semilla, mientras que el 60% restante estará dado por el manejo en el campo: “Insisto tanto en el trabajo conjunto y en la transferencia tecnológica al productor, porque sin eso no funciona”.
De cumplirse las metas, hacia 2030 la superficie algodonera podría crecer de 600.000 a 780.000 hectáreas, incluso alcanzar las 800.000 o 900.000 hectáreas, con un aumento del 114% en la producción de fibra. “Esto es inexorable, va a ocurrir con estas tecnologías”, aseguró Vaquero. El impacto se reflejará tanto en el mercado interno como en el externo. En el país, se espera una mayor uniformidad y calidad de fibra para la industria textil, mientras que a nivel internacional las exportaciones se convertirán en el motor del cambio. “El mercado interno es un mercado abastecido que se ha profesionalizado en toda la industria. Lo único que va a llevarse de todo esto es beneficio: más volumen y mejor calidad”, destacó.